por qué durante el siglo XIX era necesario que, a pesar de las desigualdades, las regiones se integraran para asegurar la unidad nacional?
Respuestas a la pregunta
Resumen
El trabajo propone un recorrido por la historia hispanoamericana del siglo XIX, a fin de recuperar para la reflexión presente las formulaciones más destacadas de la vasta tradición intelectual de la unidad continental, así como también los antecedentes, menos m de nuestra América constituye en conjunto un programa identitario que todavía nos interpela y que tiene mucho para aportar a los proyectos presentes y futuros de la patria latinoamericana.
Para ello propone la reunión de un congreso de representantes de los Estados hispanoamericanos. Sus fines son: sancionar la unidad económica de América a partir de la abolición de las aduanas interiores y la unificación de monedas, pesas y medidas; sentar los cimientos de un banco y un crédito público continentales; lanzar un plan de construcción de un vasto sistema de caminos internacionales; consagrar la libre navegación de los ríos; fomentar la construcción de redes ferroviarias; validar los títulos universitarios otorgados en un país para todos los demás y los derechos de autor; arreglar los límites territoriales entre los nuevos Estados 5.
Se trata de un bolivaria nismo reformulado y adaptado a las urgencias del día, que ya no consisten en eliminar la opresión extranjera, sino en erradicar la pobreza, la despoblación y el atraso. Es la formulación romántico-social de aquel primer proyecto de unidad.
A medida que avanza el siglo y al compás del desarrollo del capitalismo mundial y del crecimiento de los Estados Unidos como potencia industrial de primer orden, comenzaron a manifestarse en el continente los efectos económicos y políticos de las nuevas formas de dependencia impuestas por la emergencia del imperialismo. Por eso, hay entre nuestros intelectuales una preocupación creciente con respecto a los riegos que representa el joven imperio americano para la integridad territorial y la soberanía económica de los Estados ubicados al sur del Río Grande.
Esta situación alcanzó un dramatismo especial en los países que, como Cuba y Puerto Rico, no habían alcanzado su independencia política de España. En este contexto, José Martí comprende que la injerencia norteamericana es el fenómeno político y económico que ponía los obstáculos más serios al proyecto nacional de su patria y a la consolidación de la integración latinoamericana. Del contraste entre las dos nacionalidades que coe/exiatian en el continente, Martí extrajo su divisa Nuestra América, y planteó la necesidad de acelerar la concreción de la unidad: «¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes» 6.
Al final de la centuria la utopía americanista no perdía fuerzas; por el contrario, la conciencia de la hermandad cultural y de intereses con la joven república del Brasil y con la vieja república de Haití (la primera del área no sajona del continente), conduciría a transformar el hispano americanismo en latino americanismo. Con él nacía un movimiento intelectual que mantendría su vigencia a lo largo del siglo XX y se prolongaría hasta hoy.