¿por que decimos que la revolución industrial es una revolución sin revolucionarios?
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Hace poco menos de nueve años se colocó la primera piedra para la construcción de Ruta N, con la presencia del entonces presidente de la Republica, Álvaro Uribe Vélez, quien en emotivo discurso destacó tanto la inversión que se realizaría en ese gran proyecto por valor de 35 millones de dólares, como la generación inmediata de 1.000 puestos de trabajo gracias a la llegada de la multinacional Hewlett Packard, HP. No sé para qué ha servido Ruta N - aunque buena publicidad sí tiene -, tampoco sé si esa suma anunciada de inversión se depositó, pero de lo que sí estoy seguro es que la empresa estadounidense “vino, vio, se aburrió, y se marchó”, de manera silenciosa, en contraste con la algarabía y emoción que produjo su llegada. Esto se atribuyó a decisión de relocalización de la empresa tecnológica, aunque desde la Universidad del Rosario una voz oficial, la de José Manuel Restrepo, habló así sobre la inesperada deserción de HP: “la rentabilidad no es suficiente, a esto se suma que no encuentra certeza jurídica, ni tributaria para hacer negocios, o porque el talento humano no cruza con la demanda del mercado”.
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El mismo doctor Restrepo, una década después como ministro de comercio, acompañó al presidente Duque el pasado martes a una especie de “reencauche” de Ruta N, con la apertura del centro de innovación que se integra a la red mundial de Centros para la Cuarta Revolución Industrial. Y aunque pocos saben qué se hará desde allí, hay gran emoción, y certeza entre muchos de que el país reúne las condiciones como líder latinoamericano en digitalización, comunicaciones, nuevas tecnologías, e innovación, y que será sin duda el gran ganador regional con la industria 4.0. Si no fuera de esa manera, se piensa quizás, el Foro Económico Mundial, FEM, no hubiera elegido a Ruta N para integrar la naciente red, aunque curiosamente un estudio del mismo Foro (Readiness for the Future of Production Report 2018) señala a Colombia como uno de los países menos preparado para el futuro de las nuevas formas de producción. Hoy todos hablamos de “inteligencia artificial”, incluidos muchos con poca inteligencia natural. Es la moda.
La cuarta revolución industrial es el nombre que se ha dado al fenómeno de la digitalización en las principales cadenas de producción, fabricación y suministro a través de la realidad virtual, la inteligencia artificial o el internet de las cosas. La comunicación entre máquinas, y entre ellas y las personas, permitirá disminuir costos con mejor calidad, y una relación más directa entre compradores y fabricantes. Los robots trabajarán por nosotros, y las máquinas pensarán casi como nosotros, quienes quizás dejaremos de actuar y de trabajar como máquinas. Algunas de las empresas que más han avanzado en la cuarta revolución industrial son Ford, BMW, Lego, Rolls-Royce, John Deere, y Airbus, todas ellas produciendo para un solo mercado: el global. Mientras tanto, las empresas antioqueñas siguen “orientadas hacia adentro”, hacia el pequeño mercado doméstico para el cual sin duda no hay que entrevistar ni contratar “robots”, ni “doctores” de verdad, para investigación. ¿En qué etapa se encontrará nuestra industria? No en la cuarta, eso es seguro. ¿Acaso en la 3,2, o en la 2,8? Antioquia exporta ahora casi la misma cifra de hace diez años, y el Área Metropolitana apenas 1.700 millones de dólares, con tendencia a disminuir por deserción de empresas de la región y la persistente crisis en algunos sectores, como el textil y de las confecciones; nuestra industria en general está muy lejos de poder integrarse a la nueva revolución industrial mientras no exporte para alcanzar economías de escala que justifiquen grandes inversiones en I+D, en ciencia y tecnología. Ruta N se concentrará en inteligencia artificial, internet de las cosas, y cadenas de bloque, temas importantísimos que con la educación como paraguas deben ser abordados como retos para las futuras generaciones. Pero hay que ser pragmáticos: no tendremos robots ni empresas unicornio, ni Ruta N es la entidad llamada a generar el gran empleo que necesita nuestra región. A la cuarta revolución industrial se llega porque el mundo ha avanzado a la globalización 4.0, y en ella vamos perdiendo casi en todos los temas. No necesitamos robots para recuperar el sector de las confecciones ni para fomentar creación de empresas agroindustriales que aprovechen la mayor producción agropecuaria campesina.