¿Por qué cree que un grupo de personas invade el territorio de otro grupo social? ¿Ha escuchado que esto suceda en su territorio? porfis
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
conciben, por lo tanto, como externos a estas entidades abstractas.
El terreno problemático que subyace a los conceptos de “público” y “no-público” y sus co- rrelativos de “cultura oficial” y “cultura no-ofi- cial”, tal como han sido acuñados y por los pro- pósitos que sirven1, no parece ser muy diferente.
Originados en una preocupación respetable, sobre una situación indeseable en el área de las relaciones culturales entre los grupos sociales y del lugar del Estado en esa configuración, esos conceptos conllevan todas las dificultades teóricas de un enfoque inicialmente elitista-in- telectualista de la cultura, bajo cuyos supues- tos se elaboraron.
En efecto, el concepto de “no-público” se acuña para denominar a los grupos sociales que no participan –sea porque existen barre- ras sociales que lo impiden, o porque no tienen motivaciones adecuadas o porque rechazan esa participación– dentro del ámbito de accióntos de un determinado Estado conducirán a la realización de los planes otorgándole implícita- mente una condición neutra, meramente técni- ca, como si no formara parte principal él mis- mo de una estructura de subdesarrollo, y como si éste no correspondiera, por eso mismo, a una política de subdesarrollo.
Al formular sus cuestiones en un espacio so- cial abstracto, históricamente indeterminado, quienes así proceden no pueden evitar identi- ficar a priori a esta cultura (o a esta sociedad y a este Estado) con la cultura (o la sociedad o el Estado). El contexto histórico-social concre- to se asume, pues, como dado, no como algo a cuestionar en el punto mismo de partida.
Sobre este piso de supuestos, la crítica de la situación existente desemboca, indepen- dientemente de su intención radical, en inda- gaciones acerca de los “obstáculos” que impi- den la participación en la cultura, la integra- ción en la sociedad, o la acción de el Estado para el desarrollo, y esos factores adversos se
tos de un determinado Estado conducirán a la realización de los planes otorgándole implícita- mente una condición neutra, meramente técni- ca, como si no formara parte principal él mis- mo de una estructura de subdesarrollo, y como si éste no correspondiera, por eso mismo, a una política de subdesarrollo.
Al formular sus cuestiones en un espacio so- cial abstracto, históricamente indeterminado, quienes así proceden no pueden evitar identi- ficar a priori a esta cultura (o a esta sociedad y a este Estado) con la cultura (o la sociedad o el Estado). El contexto histórico-social concre- to se asume, pues, como dado, no como algo a cuestionar en el punto mismo de partida.
Sobre este piso de supuestos, la crítica de la situación existente desemboca, indepen- dientemente de su intención radical, en inda- gaciones acerca de los “obstáculos” que impi- den la participación en la cultura, la integra- ción en la sociedad, o la acción de el Estado para el desarrollo, y esos factores adversos se
Explicación: