por qué Cartazo y cara cortada eran enemigos la fábrica de serenatas
Respuestas a la pregunta
Personajes: Alejo, Alejandra, Martín Rimando,
María, el Ñato, Alberto Cartazo, Cara Cortada, los
hermanos Cocorini.
Lugar: la novela se desarrolla en la ciudad de Buenos
Aires.
Argumento: Martín Rimando tiene tantas palabras
y tanta música rondando en su cabeza que ofrece
serenatas a quien las necesite. Su cliente más ines-
perado es Alejo, un muchachito de once años que
tiene un gran problema: las palabras lo abandonan
en los momentos más difíciles. Y, como si eso no
fuera suficiente, tampoco tiene dinero para pagar los
servicios de la fábrica de serenatas.
Análisis: la novela, compuesta por veintitrés
capítulos, narra las aventuras de Martín Rimando,
compositor de serenatas, y de Alejo, un chico que
desea acercarse a su vecina, Alejandra, por medio de
una canción. La acción se pone definitivamente en
marcha cuando aparece en escena Alberto Cartazo,
un exconvicto que le encarga a Rimando una melodía
para María, la muchacha que desea conquistar. El
cuadro se completa cuando Martín conoce a la joven
y se enamora de ella.
El amor hace que esta inesperada dupla de héroes
ponga en juego todo su ingenio para enfrentar a los
villanos y venir a confirmar que “más vale maña que
fuerza”.
Como en otras novelas de Ferrari, aquí también está
presente el elemento policial: no faltan los matones,
las amenazas y las persecuciones de película. Sin
embargo, en este caso, la autora ha optado por un
relato en clave humorística, de allí que abunden las
caricaturas (Cara Cortada es un delincuente con
pésima memoria que prácticamente no puede recor-
dar a sus enemigos) y las situaciones disparatadas,
como el enfrentamiento de la calle Céspedes.
El narrador, quien no revela su identidad hasta el
final, se presenta dirigiéndose directamente a los
lectores (“Bueno, lo lamento, pero eso no se los voy
a decir. En verdad, no les conviene saberlo.”), con
quienes mantiene cierto diálogo a lo largo del libro; la
exposición de los hechos es cronológica y se refuerza
su verosimilitud cada vez que el narrador afirma
conocer los acontecimientos de primera mano (“me
lo contaron sus protagonistas”).
En esta ocasión la autora vuelve a abordar, como ya
lo había hecho en La rebelión de las palabras, el papel
del lenguaje
hola buenas