Por favor necesito un cuento inventado graciaw
Respuestas a la pregunta
En un lugar muy lejano vivió una vez una joven llamada Sara, que estaba perdidamente enamorada de su amigo Juan.
Ella nunca se atrevió a confesarle su amor, lo acompañaba día a día, compartía todo momento posible con él, era su mejor consejera y quien más lo conocía.
Pasados varios años, ella sintió que se cansaba de esperar a que algún día Juan le dijera que la quería, por lo que decidió visitar a una hechicera que vivía a unos kilómetros de su casa.
La hechicera le preguntó para qué había venido. Sara le contó sus penas de amor, le dijo que llevaba toda la vida enamorada de Juan y que ya no soportaba tener que guardar ese amor en secreto, pero que él nunca se había fijado en ella, entonces quería hechizarlo para que se enamorara de ella, ya que nadie podría hacerlo tan feliz como ella lo haría.
La hechicera cerró sus ojos unos minutos y le dio a Sara una poción, le dijo que la bebiera y que al día siguiente le confesara su amor a Juan, que la poción haría que Juan, al oír sus palabras de amor, caiga rendido a sus pies.
Sara siguió las instrucciones de la hechicera, y al día siguiente declaró su amor a su amigo.
Juan inmediatamente se conmovió y le confesó él también su amor. Se besaron y quedaron en hablar con sus familias para poder casarse pronto.
Sara regresó a su casa un poco triste, porque sabía que se casaría con Juan y disfrutaría de su amor, pero sólo gracias a la poción de la hechicera. Ese amor no era real...
Esa misma noche, corrió desesperada a confesarle toda la verdad a Juan, porque después de toda una vida de compartir todo con él, no quería que ambos vivieran una mentira.
Cuando Juan escuchó la historia se rió... y le contó a Sara que él también había estado enamorado de ella desde niño, que no era la poción lo que lo había enamorado, sino su belleza y ternura.
Sara aún desconfiaba, así que visitó a la hechicera. La hechicera al verla entrar sonrió y le dijo:
- Niña, veo que has vuelto, me imaginé que lo harías. La poción que te dí, fue para darte valor. Muchas veces en la vida, lo que hace falta es valor: el valor para atrevernos a construir nuestra felicidad