por favor díganme un relato largo plis para hoy
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Brotaba una clara y pura luz mañanera por la ventana de una añejecida habitación, en la cual Wilhelm le llevaba hablando largo rato a su querida nieta, que escuchaba pacientemente, sobre glorias pasadas y eventos que hace tiempo fueron majestuosos y dignos de alabanza, mientras el orgullo recorría sus venas y su alma cansada.
-Mi querida Frieda -continuaba hablando-, todos estos recuerdos de la guerra siguen frescos en mi cabeza; pero no hay en ellos miedo, dolor o amargura alguna. Todo lo contrario: Hay paz, serenidad y melancolía por aquellos tiempos de hombría, valentía y camaradería que caracterizaban a mi amada nación. Hoy en día, algunos rumores comienzan a surgir de que se levantará otra guerra, que tal vez será como nunca se ha visto, y que logre transformar todo de nuevo y superar en gloria a los eventos del siglo anterior. ¡Por Dios Misericordioso! Espero que no sea tan sólo un vil rumor, aunque sí crea de que hay tremendas exageraciones. Difícilmente podrá un siglo como este superar todo lo que fueron los cien años anteriores. Y no sólo por las guerras, ¿Eh? Te explicaré por qué:
“Aquellos eran buenos tiempos, querida Frieda; ¿Y sabes por qué? porque el progreso, el honor, la determinación y las pretensiones eran superiores a todo lo que he visto en estos tiempos… ¡Incluso el derramiento de nuestra sangre servía a un propósito magno!: Erguirnos lo más alto posible y gritar con furia y pasión el nombre de nuestra patria: ¡Prusia! ¡Prusia! ¡Prusia!
¡Mi amada Prusia! ¿Dónde estás ahora, con tus parajes radiantes, virginales y dignos de cualquier ser superior al hombre? Envidia del mundo entero son tus altas montañas y tus verdes y fértiles prados, tan llenos de vida como vigorosos somos sus hombres ¿Dónde están tus emblemas? La sola vista del Siegessäule todavía me produce una viva emoción, que casi me lleva al llanto por todo lo que logramos en semejantes batallas, dignas del recuerdo y la gloria… ¿Y qué decir de la Brandenburger Tor? Lo que los franceses creyeron ingenuamente que sería nuestra perdición los condenó a ellos. Tus palacios, tus castillos, tus iglesias, no hacen sino revelar la gloria de nuestra patria a los ojos de Dios y el mundo entero. ¡Oh, Prusia! ¿Dónde están tus mujeres hermosas y llenas de gracia, que pueden ser tan puras como el amanecer, así como tan necesarias para nuestras almas como las puestas del sol cada día? ¿Dónde está tu gente, tan viva, poderosa, dueña de su destino, resuelta, llena de inteligencia voluntad y camaradería?
Sí, Frieda: Podría estar todo el día hablándote de semejantes maravillas, glorias, méritos, avances y hazañas, dignas de toda alabanza, respeto y admiracióm… Pero no puedo, porque la amargura ha consumido estos, mis últimos años, junto con los sucesos que me tienen aquí, entristecido y desolado ¡Prusia, te siento tan lejana ya, como un sueño que perdemos cada instante un poco más, hasta que se diluya para siempre! ¿Dónde estás, que ya no te encuentro? Diluída estás, semi-enterrada, cosida junto a otras naciones para crear a Alemania… ¡Alemania! La meta de tantos de mis compatriotas por restablecer la gloria antepasada y ajena, ¡Despreciando nuestra historia personal! Alemania no fue ni es mi sueño… ¡Nunca será el mío!
Es por eso, Frieda, que neste siglo no puede ofrecerme nada bueno: Nada podrá superar jamás, ante mis ojos, la antigua gloria de Prusia; ni aunque el Káiser así me lo pida yo jamás dejaré de extrañar a Prusia, la mujer de mis sueños que se ha perdido para siempre.
Difícilmente podrás entenderlo: Las batallas y las guerras, las banderas, los himnos de batalla, las tradiciones, nuestra búsqueda de la perfección y la gloria fueron todos sucesos que marcaron la historia de nuestra nación durante el siglo anterior… ¿Pretenden que no me dé cuenta de que se aprovechan de la gloria de nuestra extinta patria para conseguir otros un beneficio propio? ¿Pretenden que acepte a todos los extraños con los que tengo que convivir día a día? ¿Que no me dé cuenta de sus diferencias, de que quieren ser como nosotros y pasar desapercibidos? ¿Que en este siglo abandonemos todo lo que nos definía por un propósito mayor, magno, divino? No, se han equivocado todos irremediablemente. Se ha cometido un error del que nunca nos recuperaremos…”
Wilhelm planeaba continuar, evidentemente, este monólogo; pero Frieda, sorpresivamente, le interrumpió:
-Abuelo, no creo que este siglo sea tan malo. Siento que debe de estar exagerando un poco.
-No, niña, no sabes lo que dices -repuso Wilhelm de inmediato, un tanto sentido de aquella observación- ¡Tú no lo viviste! No estuviste ahí, a mi lado, aunque me hubiera encantado que lo hicieras, para que hubieras podido presenciar la gloria de un país que ahora está condenado a convertirse en tan sólo un recuerdo.