Por fa un resumen de el elogio de la locura que no sea tan largo
Respuestas a la pregunta
Elogio de la locura es una obra escrita como un juego divertido, satírico e ingenioso que pretende hacer crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son denunciadas y despedazadas por la Locura (Estulticia) que es la que narra el relato. No deja títere con cabeza: papas, reyes, nobles, monjes, mujeres...
Erasmo, defensor de la racionalidad y del equilibrio humanista, pasará a la historia con esta obra que es todo lo contrario. Quizás la razón que le empujó a romper con su línea pudo ser táctica. Al expresarse por boca de la Locura se disfraza de bufón y se protege de las previsibles represalias del poder, al tiempo que los buenos lectores sabrán comprender sus mensajes sin problema alguno... Esto último es cuestionable... En su época el sistema hacia aguas, pero los poderosos seguían manteniendo sus privilegios como aves de rapiña sin importarles un comino el devenir del futuro mientras pudiesen seguir dominando su presente. Erasmo no pudo o no quiso denunciar ese estado de otra manera que elogiando la Locura, o sea la estupidez...
El libro, sin embargo, es tremendamente ambiguo. Las contradicciones abundan y ni en su época supieron llegar a fondo de su pensamiento ni quinientos años después se pude presumir de haberlo logrado. Ante todo es una obra irónica, en la que se expresa lo contrario de lo que parece expresarse. Se trata de un discurso que obliga a convertir todas las afirmaciones en negativo para comprenderlas. Pura retórica que le protege porque siempre podrá negar lo dicho alegando que se trata de un mero juego de palabras.
Destacaré el contenido del capítulo XXI en el ejemplar que leí hace tiempo, y que bien podría servir de referencia:
Habla la Locura (o la necedad, si se prefiere):
“Sin mí, el mundo no puede existir ni por un momento, pues, ¿no está lleno de locura todo lo que se hace entre los mortales?, ¿no lo hacen locos y para locos? Ninguna sociedad, ninguna convivencia pueden ser agradables o duraderas sin locura, de modo que el pueblo no podría soportar a su príncipe, el amo a su sirviente, la doncella a su señora, el preceptor a su alumno, el amigo a su amigo, la mujer a su marido por un solo momento, si de vez en cuando no se descarriaran, se adularan, toleraran sensatamente las cosas o se untaran con un poco de Locura”
Este texto contiene el resumen de su pensamiento: la locura es sabiduría mundana, resignación y tolerancia” ¿Que sería de la vida sin una mínima gota de locura? La respuesta es obvia: Seria algo triste, aburrida, frustrante, insípida e ingrata...
Cervantes, erasmista convencido, así lo entendió y ahí está Don Quijote, ejemplo de loco feliz y altanero que dejó atrás la razón y se lanzó a la aventura que, sin duda, acabará dando sentido a su vida. De su etapa de hidalgo, ¿qué sabemos?, aparte de que se pasaba el tiempo absorto y devorando libros de caballerías. Quien va por la vida bajo el dominio de la razón, sin pasión, sin emociones... (sin inteligencia emocional, diríamos hoy) es un ser monolítico, aburrido, serio, que no despierta afectos ni compasión. Don Quijote, sin embargo, vanidoso, loco de atar, temerario... se granjeará la admiración, la comprensión y el afecto. Amén de algún que otro coscorrón, claro. Lo mismo podríamos decir de su “alter ego”, Sancho Panza.
Erasmo era un gran amigo de Tomás Moro, con el que compartía, además de su fe cristiana, el gusto por el humor frío y el retruécano intelectual. El título mismo, en griego, puede ser entendido como un Elogio de Moro. En el texto abundan dobles e incluso triples significados. La obra está dedicada a Santo Tomás Moro.
El Elogio de la locura conoció un enorme éxito popular, para sorpresa de Erasmo y, a veces, para su disgusto. El Papa León X la encontró divertida. Antes de la muerte de Erasmo ya había sido traducida al francés y al alemán, y pronto le seguiría una edición en inglés. Una edición de 1511 fue ilustrada con grabados en madera de Hans Holbein, que se han convertido en las ilustraciones más difundidas de la obra.
Influyó en la enseñanza de la retórica durante el siglo XVI, y el arte de la adoxografía (el elogio de cosas sin valor) se convirtió en un ejercicio popular entre los estudiantes isabelinos.