Castellano, pregunta formulada por valentina9ale, hace 1 año

poema sobre la ciencia y tecnología (metáfora e hipérbole)

Respuestas a la pregunta

Contestado por disadi
2
que liBusquemos, elijamos el centro de la vida 
entre trillones de galaxias mudas, 
una, quizás la más extraviada. 
Crucemos por la noche inquebrantable 
a través de la lumbre del misterio 
hasta llegar sin pausa al hogar encendido. 
Allí, en un rincón apartado del orbe, 
girando en la hermosura de sí misma, 
iluminada por difusos nimbos 
de rotundas estrellas transparentes, 
se yergue en los jardines siderales, 
esta casa común: la Vía Láctea. 

Tras el filo avizor de distancias remotas, 
cerrados laberintos, espirales de nieblas, 
esbozan los perfiles de globulares cúmulos, 
astros insolidarios, altivas supernovas 
brillando incandescentes como un millón de soles; 
los agujeros negros, donde todo se olvida 
en su voracidad de fauces pantanosas; 
planetas sojuzgados por el frío, 
esparsiles silentes con lunas clausuradas, 
cárdenos asteroides vagabundos, 
hostiles como el odio o la traición; 
traslúcidos luceros tan cálidos y jóvenes 
con el brillo candeal de su semilla 
para poner erguido el aura de los sueños. 

Cada solar sistema es una red, 
un ámbito fluyente de apariciones súbitas 
y desapariciones, creación, destrucción, 
en incesante y lento transcurrir. 
Al entrar en el nuestro, hay enjambres, 
moléculas orgánicas que rodean a Helios 
exhalación lumínica de indómitos cometas. 
Son heraldos del sol que atraviesan sus lindes 
descubriendo a los astros apagados 
y a fugitivos cuásares que alumbran 
un pujante universo desbordándose. 

Plutón, el más distante de los mundos fraternos, 
cubierto por su capa de metano glacial, 
acompaña a su luna solitaria, Caronte. 
Giran planetas turbios, monarcas del silencio, 
proscritos por secretas lejanías. 
Neptuno, en la luz verde de su cetro invisible, 
vigía de las cósmicas honduras, 
con Tritón y Nereida como amantes. 

Urano, el enigmático, envuelto por su atmósfera 
de ponzoñosas densidades frías. 
y luego el rey de reyes, Saturno, el coronado 
por cuatro aros concéntricos, rodeado de gemas 
de todos los relumbres galaxiales. 
Su séquito, de quince efebos mitológicos, 
le despliegan la música imantada 
de sus tenues esferas misteriosas. 

Despierta, ciego, Júpiter tonante 
en llanuras de hidrógeno y fáusticos relámpagos, 
viento derrochador con titanes candentes. 
Una esfera vislumbro ardiendo entre sus dunas. 
Sus cárdenos volcanes amenazan. 
Huracanes de arenas fugitivas 
recorren el paisaje pedregoso de: Marte, rojo como la sangre turbulenta. 

El calor de dos lumbres en la distancia hermosa, 
detiene la mirada. Son Venus y Mercurio. 
Sus fuegos dialogantes nos contemplan. 
Una luz acerada de acetileno astral, 
atraviesa, nos fija desde dentro 
para darnos la fe resplandeciente 
de los sueños invictos, la espada luminosa 
que hiende los temores más tenaces. 

y de súbito algo nuevo nos estremece. 
Brisas, nubes, vergeles de la Tierra 
colman nuestros sentidos de reconocimiento. 
Frá*** planeta azul, inmenso y cálido 
que atraviesa los aires, los milenios, 
llevando nuestros ojos, durmiendo nuestras almas, 
haciéndonos ceniza, frondosidad de bosques, 
latidos o recuerdos de las vidas que fuimos.
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