poema del medio ambiente largo
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Es una tarde apacible
se descuelgan las cataratas
en celestial concierto,
los árboles con su imponente estampa
enmarcan un cuadro maravilloso.
La espesa bruma lo envuelte todo
de pronto...
un grito en la selva nos alerta.
¡Despierta y grita!
esa misma selva que se rebela
contra la mano infame
y sacrílega del hombre.
Ya no soporta
que mutilen su cuerpo
desde las raíces
de su vientre mismo
suge ese grito de clemencia,
desesperado
que dice: ¡Basta!
a semejante atentado.
Juentemos las manos
¡Luchemos hermanos!
No bajemos los brazos
ella nos espera
para cobijarnos.
No todo está perdido
cuando obra la conciencia,
al culpable le legará el castigo
y a ella la magnificencia.
se descuelgan las cataratas
en celestial concierto,
los árboles con su imponente estampa
enmarcan un cuadro maravilloso.
La espesa bruma lo envuelte todo
de pronto...
un grito en la selva nos alerta.
¡Despierta y grita!
esa misma selva que se rebela
contra la mano infame
y sacrílega del hombre.
Ya no soporta
que mutilen su cuerpo
desde las raíces
de su vientre mismo
suge ese grito de clemencia,
desesperado
que dice: ¡Basta!
a semejante atentado.
Juentemos las manos
¡Luchemos hermanos!
No bajemos los brazos
ella nos espera
para cobijarnos.
No todo está perdido
cuando obra la conciencia,
al culpable le legará el castigo
y a ella la magnificencia.
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Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul…
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.
Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mí misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.
Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.
Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.
Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo…
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.
¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.
Imagina mi amor, mi amor que quiere
vida imposible, vida sobrehumana,
tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.
Y cuando frente al alma que sentía
poco el azur para bañar sus alas
como un gran horizonte aurisolado
o una playa de luz, se abrió tu alma:
¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante
el imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire,
¡la vida toda porque tú eras vida!
Si con angustia yo compré esta dicha,
¡bendito el llanto que manchó mis ojos!
¡Todas las llagas del pasado ríen
al sol naciente por sus labios rojos!
¡Ah! Tú sabrás mi amor; mas vamos lejos,
a través de la noche florecida;
acá lo humano asusta, acá se oye,
se ve, se siente sin cesar la vida.
Vamos más lejos en la noche, vamos
donde ni un eco repercuta en mí,
como una flor nocturna allá en la sombra
me abriré dulcemente para ti.
en lo más hondo de la noche azul…
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.
Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mí misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.
Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.
Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.
Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo…
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.
¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.
Imagina mi amor, mi amor que quiere
vida imposible, vida sobrehumana,
tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.
Y cuando frente al alma que sentía
poco el azur para bañar sus alas
como un gran horizonte aurisolado
o una playa de luz, se abrió tu alma:
¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante
el imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire,
¡la vida toda porque tú eras vida!
Si con angustia yo compré esta dicha,
¡bendito el llanto que manchó mis ojos!
¡Todas las llagas del pasado ríen
al sol naciente por sus labios rojos!
¡Ah! Tú sabrás mi amor; mas vamos lejos,
a través de la noche florecida;
acá lo humano asusta, acá se oye,
se ve, se siente sin cesar la vida.
Vamos más lejos en la noche, vamos
donde ni un eco repercuta en mí,
como una flor nocturna allá en la sombra
me abriré dulcemente para ti.
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