Plantea tres razones para que nuestro país dejara de ser violento desde tu hogar, colegio y comunidad, en total son 9
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
La sociedad potosina es conocida por el apego a la tradición y por un desarrollo
basado en la moral tradicional y la práctica religiosa, mayoritariamente católica.
La convivencia social, con todo, resulta muy tranquila o así se percibe. Sin
embargo, las estadísticas situaban a San Luis Potosí en quinceavo lugar de los
Estados violentos de la República Mexicana, en cuanto a las relaciones de pareja
(INSP, 2003) y, aunque pudiera resultar discutible el método de cuantificación y
localización de la violencia doméstica, lo que sí empieza a percibirse es que puede
estar aumentando la violencia intrafamiliar o tal vez la “visibilización” de la misma.
La visibilización tiene una relación inversa con la tolerancia social y,
efectivamente, la sociedad pide abiertamente que se acabe o se combata la
violencia familiar, tanto la de los hombres hacia sus mujeres, como los maltratos
sobre otros miembros del grupo familiar.
Es de sobra conocido que la violencia doméstica aumenta con la violencia
ambiental, provocada por la precariedad, la marginalidad, el hacinamiento y otras
tensiones, disminuyendo con el aumento de la formación, la seguridad en el
trabajo, la integración social y otras herramientas que dan salidas, no violentas, a
la agresividad producida por el entorno; para el estudio se ha seleccionado una
región de alta marginalidad, relativamente aislada en el rural profundo,
predominantemente indígena, recientemente constituida en microrregión y que,
como tal, goza de los beneficios de los recursos institucionales dedicados a ellas.
La violencia familiar ya no es un problema de la vida privada y por lo tanto
intocable, ya es un problema político y social. El maltrato o violencia doméstica o
intrafamiliar es un fenómeno social que atenta contra el bienestar integral de
quienes la padecen, obstaculiza el desarrollo personal, destruye la economía
familiar, disminuye las posibilidades de promoción social de los miembros de una
familia con maltrato, desarticula familias, limita a las comunidades, los pueblos y
las naciones. La importancia de sus efectos destructivos ha sido despreciada o
menospreciada al entenderse que ése era un ámbito privado, donde, ni la
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administración de justicia, ni otras instituciones sociales, tenían cabida, tan sólo
los mismos miembros familiares o parientes muy cercanos.