pintura y escultura de Afganistán?
Respuestas a la pregunta
Cuando estuve en Afganistán en 2006, me sorprendió el color parduzco que se repetía en las montañas, las calles y los edificios. El frío invierno contribuía a la monocromía mientras que los burkas azules, ese símbolo universal de opresión, daban alegres pinceladas de color. Me llamó la atención aquella paradoja. Precisamente, los burkas son la firma que plasma Shamsia Hassani en sus obras. Considerada como la primera grafitera afgana, utiliza sus pinturas para dar color a un país agotado por las guerras y el terrorismo. En ese Kabul de polvo y barro, las pintadas de Shamsia y los velos de colores de las mujeres que crea con sus sprays destacan en las paredes. También en los suelos aparecen sus dibujos como bocas abiertas a otros mundos oníricos que, con la técnica en 3D que emplea, casi dan vértigo. Sus obras quieren abrir las mentes de sus conciudadanos en un grito de libertad, pero reconoce que, aunque siempre se sintió atraída por el arte, jamás pensó en hacer grafitis por una simple razón: no sabía lo que eran. Originaria de Kandahar, la familia de Shamsia se trasladó a Irán huyendo de la guerra. Allí nació la artista en 1988 y, desde pequeña, demostró una inclinación por el arte. Cuando regresó a Kabul en 2005 ingresó en la facultad de Bellas Artes. Cinco años después se apuntó a un taller de pintura organizado por Combat Communications, un grupo artístico local. Su profesor resultó ser CHU, un gurú del arte urbano muy conocido, además de por su magna obra, por trabajar como consultor para Banksy. Un montón de jóvenes aprendieron sus técnicas de 'street art', pero sin duda una destacó entre todos. En un vídeo que hizo con sus compañeros de pintadas, Shamsia lo explica con sencillez: "Nunca había visto algo así. La palabra grafiti ni siquiera existía en mi país. Antes de asistir a ese taller, para mí la pintura se limitaba a dibujar en un lienzo. Pero los sprays convirtieron la experiencia en algo totalmente diferente. No quería parar de pintar".