Filosofía, pregunta formulada por nicol136, hace 1 año

participacion del narrador en la historia las novelas de torquemada

Respuestas a la pregunta

Contestado por felix1974lopez
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Una preocupación general por la recepción de la obra de Galdós ya me llevó a estudiar el éxito editorial de ésta en una perspectiva de sociología del libro (1984-1985), la relación entre lector nominal y lector real en Fortunata y Jacinta en el proceso de la cooperación interpretativa (1989), los distintos públicos y sucesivos lectores de Galdós (1994) y, últimamente, las consecuencias de las formas editoriales sobre la recepción de los «Episodios nacionales» (1995). La tetralogía de las novelas de Torquemada me servirá, ahora, para plantear, a propósito del personaje eje y epónimo, el papel desempeñado por lo que W. Iser llama el «repertorio» o sea «la parte constitutiva del texto que remite precisamente a todo aquello que es exterior al texto»2, «con todo el trabajo de transposición en el marco de la narración» y la posibilidad más o menos efectiva de compartirlo bajo forma de connivencia entre el narrador y el lector en el texto; nos puede ayudar, pues, a conocer al «intendierter leser» según Wolf3, pero sobre todo la función que desde el punto de vista narratológico le atribuye el narrador.

De los estudios de G. Pozzi (1990) y de otros llevados cabo a propósito de las relaciones entre el narrador y su lector o sus lectores, se puede deducir que no existe una verdadera homogeneidad ni del lector como categoría ni de la función por él desempeñada. En el caso de Galdós se puede incluso observar una evolución en la manera de involucrar al lector desde los «Episodios nacionales» hasta las «Novelas españolas contemporáneas» y, dentro de éstas entre Fortunata y Jacinta, por ejemplo, y las novelas de Torquemada.

Mi hipótesis es, pues, que el específico planteamiento del personaje central en esa serie «andragógica» hace más complejo e instrumental pero también más patente el «repertorio» exigido: por la peculiar relación que se puede establecer entre el lector modelo y el protagonista en su proceso de aprendizaje/formación y por remitir el nivel narratológico a otro más sociológico y cultural.

Me propongo, pues, destacar el uso por el narrador de las competencias lingüísticas, culturales básicas o intertextuales y «consuetudinarias» del lector aplicadas a la configuración del personaje Torquemada y el papel atribuido y atribuible al «saber lectorial» para la elaboración y definición del sentido de la tetralogía galdosiana.


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