para una esposa ni una familia y supo renunciar a sus proyectos para servir a los demás (cf. Mc 6,32-37). Fue siempre un hombre disponible para los otros.
Además, sabía acoger a cada persona en su originalidad y en su problemática irrepetible. No pensaba en la humanidad, sino en cada hombre y en todo hombre que se cruzaba en su camino, como Zaqueo (cf. Lc 19,1-10), la samaritana (cf. Jn 4), la adúltera (cf. Jn 8,2-11)…
Y, sobre todo, estuvo siempre de parte de los que necesitaban ayuda para ser libres y encontrar la verdad de su vida: el pueblo humilde (cf. Mc 6,34), la gente inculta (cf. Jn 9,34), las personas de mala reputación (cf. Lc 7,36.50), los enfermos (cf. Mc 1,23-28), las mujeres (cf. Lc 8,2-3) y los niños (cf. Mc 10,13- 16).
3. El misterio de Jesús
Nacido de María, virgen
Los evangelistas Mateo y Lucas, dos fuentes independientes entre sí, afirman explícitamente un hecho desconcertante: Jesús nació sin intervención de varón (cf. Mt 1,18-20; Lc 1,34-35). No hay precedentes de una afirmación similar ni en el mundo bíblico ni en el extrabíblico. Y concretamente en el ambiente judío la virginidad no tenía ningún sentido. Los cristianos, en cambio, hemos mantenido siempre este dato que choca con las leyes de la naturaleza y que se prestó, ya en la antigüedad, a bromas de mal gusto: Orígenes, en el siglo II, se tuvo que enfrentar con la leyenda malévola de que Jesús era hijo de María y de un centurión romano que la había violado. ¿Qué significado pudo tener este acontecimiento?
Desde luego no tuvo una significación moral: no era nada indigno que Jesús naciera del amor de un hombre y una mujer, como nacemos todos por disposición del Creador. La solución hay que buscarla en la explicación que da el ángel a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios» (Lc 1,35). Es decir, Dios ha querido manifestar con la intervención del Espíritu creador que con Jesús comienza algo nuevo; ha pegado un corte en la continuidad de la creación para indicar un nuevo inicio, una nueva creación. Y, sobre todo, ha querido subrayar que a Jesús no lo hemos producido nosotros, que viene desde arriba, que nos es regalado. Jesús no tiene más padre que Dios.
Superior a Moisés
Jesús se presentó como el único que podía interpretar legítimamente la Ley de Moisés (cf. Mt 19,7-9). Más aún, tuvo la osadía de corregir esa Ley que, para el pueblo judío, era la manifestación suprema de la voluntad de Dios. En el Sermón de la Montaña afirma varias veces: «Se dijo a los antepasados… pero yo os digo» (cf. Mt 5,21-48), cambiando así el alcance y la significación de varios preceptos de esa Ley. Con ello se colocaba por encima de Moisés y se presentaba como el único que conoce la voluntad verdadera de Dios (cf. Mt 11,27). ¿De dónde le viene esta autoridad y libertad para adoptar actitud tan inaudita?
Portador de la salvación
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Con Jesús pues el fue el que creo el mundo la tierra, al hombre y a la mujer
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