para el sostenimiento de la comunidad, o estaban más
capacitados para la administración interna. Por
ejemplo, uno de los postulantes era consumado
tejedor. Su trabajo reemplazó pronto al de la
manufactura de clavos como medio de mantener a los
hermanos.
Pero Marcelino estaba preocupado. La fuente de las
vocaciones parecía haberse secado. Llegó a
preguntarse si el Instituto y su misión tenían futuro.
Como de costumbre se encomendó a la Virgen María y
le trasladó el problema: “Ésta es tu obra; si quieres que
florezca, tendrás que darnos los medios para que así
sea”.
En marzo de aquel mismo año un joven solicitó ser
admitido en la comunidad. Pertenecía a una prestigiosa
familia, conocida por su posición y su religiosidad. El
joven había estado ya seis años con los hermanos de
La Salle de Saint-Chamond, pero finalmente le habían
devuelto a casa.
Después de tres días de prueba, Marcelino se negó a
admitirle en su congregación. El joven volvió a insistir:
“¿Me recibirá si le traigo media docena de buenos
candidatos?” Persuadido de que sólo un milagro podría
producir ese resultado, el sacerdote aceptó la
propuesta.
Dos semanas más tarde volvió el individuo por La Valla
acompañado de ocho muchachos. Marcelino se quedó
estupefacto, sin lugar a dudas. Aunque algunos del grupo le causaron buena impresión, decidió no aceptar a nadie. ¿Por
qué? Una razón era que sabía muy poco de ellos; otra, que no había sitio suficiente en la casa para alojarlos.
No obstante, los recién llegados, que también estaban gratamente impresionados con el fundador, le suplicaron una y
otra vez que les dejara quedarse. Marcelino reunió a los hermanos más veteranos de la comunidad y les pidió consejo.
Éstos, conscientes de que el Padre Champagnat veía la mano de la Providencia en la llegada inesperada de aquel
grupo, le aconsejaron que los admitiera, pero también le recomendaron que les sometiera a pruebas especiales para
confirmar su vocación.
Quince días después, el líder del grupo se marchaba; otros cinco le seguirían posteriormente. De los tres que quedaron,
dos fueron Maristas hasta el final: el hermano Hilarión y el hermano Juan Bautista, que con el tiempo sería asistente del
Superior general y primer biógrafo de Marcelino.
Semana
12
EDUCACIÓN RELIGIOSA
UN HOGAR, UNA MADRE, MARÍA
La historia tiene otro final feliz añadido. Los ocho muchachos habían sido reclutados en la región del Alto Loira, una zona
que – hasta entonces – no estaba en los pensamientos del fundador como cantera de vocaciones. Pronto envió allá a un
promotor para sondear el ambiente. Al cabo de seis meses, más de veinte postulantes procedentes de aquella región
habían ingresado en el grupo.
Durante los años siguientes, Marcelino repetiría una y otra vez que había sido Nuestra Señora del Puy la que se los
había enviado.
¿Cómo tomaba Marcelino las decisiones?
esta es la pregunta y hay esta el texto por favor ayudame
kristiansalcedo:
a ca esta 2 preguntas mas por favor ayuda les dare gracias¡¡ corona¡¡ y 5 estrellas¡ pero q este bien por favor
Respuestas a la pregunta
Contestado por
1
Respuesta:
no entendí perdón amigo xd
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