Para el hombre andino, el universo se refiere tanto a la parte de la naturaleza, con la cual el hombre y el grupo tienen contacto, así como a su proyección en la esfera de la imaginación simbólica, sin que se advierta la separación entre lo que nosotros llamamos latencia numinosa que se condensa en una serie de entidades supra naturales, cada una con un papel y una ubicación específicos, y en cuyas relaciones el hombre afirma y define su condición existencial. El mundo como un todo pertenece a un orden moral y está gobernado no por leyes físicas sino por principios de carácter moral y sagrado; por eso es que como muy bien lo hace notar Juan Núñez del Prado, las creencias tienen "una función normativa mucho más vigorosa en la cultura andina que en la occidentalizada". El conocimiento empírico de la realidad no se separa del contenido mítico en dos maneras más o menos generales de enfrentarse al mundo, sino que ambas maneras se hallan yuxtapuestas. Es evidente que todas las comunidades poseen los planteamientos básicos de la ciencia y la técnica cuando se advierte que el hombre es capaz de controlar la naturaleza de alguna manera mediante el trabajo tanto físico como mental y en todo grupo existe un conjunto de conocimientos básicos sustentados en la experiencia y en la razón, pero en las comunidades de tecnología simple este conjunto se agota en los límites mismos de sus escasas fuerzas productivas; de allí que sus expectativas se hallen cifradas en la imaginaria potencia de los símbolos más que en las posibilidades de su técnica profana. El mundo está lleno de divinidades y espíritus protectores del hombre, de los animales y de la agricultura, los hay también maléficos y otros anodinos. Estos tuvieron probablemente funciones más específicas que se han ido perdiendo con el tiempo. Las divinidades controlan el devenir y los fenómenos de la naturaleza, pero actúan también según el comportamiento de los humanos, de tal manera que el hombre, a través de sus propias acciones, participa de su propio control, motivando la respuesta de los dioses. Las formas de comportamiento están prescritas por la tradición, que condena las malas acciones, explícita los castigos de orden sobrenatural y confirma los ritos con que se propicia la protección o se aplaca la indignación de los dioses. 1.- ¿Cuál es el tema del texto? 2.- ¿Cuál es la idea principal del texto?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Para el hombre andino, el universo se refiere tanto a la parte de la naturaleza, con la cual el hombre y el grupo tienen contacto, así como a su proyección en la esfera de la imaginación simbólica, sin que se advierta la separación entre lo que nosotros llamamos latencia numinosa que se condensa en una serie de entidades supra naturales, cada una con un papel y una ubicación específicos, y en cuyas relaciones el hombre afirma y define su condición existencial. El mundo como un todo pertenece a un orden moral y está gobernado no por leyes físicas sino por principios de carácter moral y sagrado; por eso es que como muy bien lo hace notar Juan Núñez del Prado, las creencias tienen "una función normativa mucho más vigorosa en la cultura andina que en la occidentalizada". El conocimiento empírico de la realidad no se separa del contenido mítico en dos maneras más o menos generales de enfrentarse al mundo, sino que ambas maneras se hallan yuxtapuestas. Es evidente que todas las comunidades poseen los planteamientos básicos de la ciencia y la técnica cuando se advierte que el hombre es capaz de controlar la naturaleza de alguna manera mediante
Explicación:
LOS DIOSES DEL UNIVERSO Y EL HOMBRE ANDINO