papel del estado de los stalinista, fascista y nazismo
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Estalinismo es un término que se usa para referirse al marxismo-leninismo que Stalin impuso en la Unión Soviética y que después fue utilizado por algunos estados basados en el modelo soviético (economía centralizada, estado unipartidista, etc.); el antirrevisionismo (movimiento que se le relaciona comúnmente a las actitudes pequeño burguesas, espíritu de la clase media), en cambio, propone que Stalin fue el legítimo sucesor de Lenin en la práctica del socialismo científico. Cabe señalar que el marxismo-leninismo se conservó después de la desestalinización, mientras que el estalinismo no. Sin embargo, algunos analistas políticos afirman que el término "estalinismo" es a veces utilizado erróneamente como sinónimo de marxismo-leninismo, considerándolo en cambio como una variedad de fascismo.[cita requerida]
A lo largo del siglo XX, muchos anticomunistas, desde conservadores hasta liberales, usaron la figura de Stalin para hacer crítica al comunismo en general. Otros autores han hecho comparaciones del régimen estalinista con el fascismo de Hitler y Mussolini.[1] En cambio, generalmente se considera que el pensamiento de Stalin era marxista.
El nacionalsocialismo (en alemán, Nationalsozialismus), comúnmente acortado a nazismo, es la ideología del régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Hitler instituyó una dictadura, el autoproclamado Tercer Reich. Al Reich se unió Austria a partir de la Anschluss, así como la zona de los Sudetes así como Memel y Dánzig. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis ocuparon tierras en Francia, Checoslovaquia, Hungría, los Países Bajos, Dinamarca y Noruega. La Alemania de este periodo se conoce como la «Alemania nazi».
El nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico por la democracia liberal y el sistema parlamentario. También incorporó un ferviente antisemitismo, el racismo científico y la eugenesia en su credo. Su nacionalismo extremo provino del pangermanismo y del movimiento Völkisch prominente en el nacionalismo alemán de la época, y fue fuertemente influenciado por los grupos paramilitares anticomunistas Freikorps que surgieron después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la cual surgió "el culto a la violencia" que estaba "en el corazón del movimiento".[1]
Es una ideología alemana gestada en la década de los años 1920, pero que no alcanzará importancia hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929 (véase Gran Depresión). En Alemania la situación es más acuciante aún, ya que a los devastadores efectos económicos se sumaba la obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial, y el descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha.[2]
Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado que las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más efectivamente que las democracias.[nota 1] Tanto la Italia de Benito Mussolini —quien fue elogiado por «hacer que los trenes llegaran a tiempo», es decir, por poner fin a las huelgas y caos económico que había dominado a ese país— como el Imperio del Japón, países en los que se impusieron «gobiernos fuertes», no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como restaurando el orden social aún con anterioridad a esa solución a problemas económicos.[nota 2]
A esa crisis político-económica hay que agregar una crisis ideológica aún anterior que se extiende desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizado como una «revolución contra el positivismo».[3] Tanto los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que formaban la base de la civilización occidental fueron percibidas como superadas reliquias del racionalismo proveniente de la Ilustración. Específicamente, tanto el fascismo como los desarrollos intelectuales que lo antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la decadencia del Occidente[4] (véase, por ejemplo, La decadencia de Occidente).