paises con medio porcentaje de personas epleadas en el sector de servicios
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chile
Explicación paso a paso:
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Espero te ayude esta información ;)
Explicación paso a paso:
El pleno empleo es algo cada vez más excepcional en el mundo después de la última crisis internacional, pero aún existe en algunos lugares. El fenómeno de la "desocupación disfrazada"
Qatar es el país en el que más gente tiene empleo. El 87,5% de su población de 15 a 64 años se encuentra ocupada, según estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La tasa de desempleo es de apenas 0,3 por ciento. ¿Por qué es de 0,3 si los que no trabajan son en realidad el 12,5%? La explicación es que el desempleo no se estima sobre el total de la población, sino sobre la que se considera económicamente activa. Es decir, quienes tienen trabajo o están buscando uno. Por eso, los jóvenes que se dedican exclusivamente a estudiar, o los adultos mayores que ya se jubilaron, no se consideran desocupados.
si una persona se cansó de buscar no se considera técnicamente desempleada
El déficit que tiene este cálculo es que, si una persona se cansó de buscar y se resigna a vivir de una subvención estatal, no se considera técnicamente desempleada. Eso puede llevar a que las estadísticas oculten un contexto social más complejo del real.
El segundo país en el que más gente tiene empleo es Madagascar, con el 87,1 por ciento. Completan el top ten Suiza (79,8%), Zimbabue (78,9%), Tanzania (76,9%), Tailandia (76,3%), Noruega (75,2%), Suecia (74,9%), Guinea (74,6%) y Holanda (73,9%).
El listado es curioso. Cuatro países son de África, el continente más pobre y menos desarrollado, y otros cuatro de Europa, que tiene los más altos índices de bienestar social. La explicación es que estos datos no tienen en cuenta si el trabajo es de calidad y está bien remunerado, o es precario y ni siquiera garantiza salir de la pobreza.
Por ejemplo, según la OIT, en Suiza el 38,1% de la población adulta tiene estudios avanzados, sólo el 11% de la fuerza laboral trabaja más de 48 horas por semana y el promedio es de 36,6 horas, y los ingresos medios son de 6.600 dólares al mes. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos de 0 a 100, es de 25,8.
En cambio, en Zimbabue sólo el 10,1% de los adultos tiene estudios avanzados, y el 49,7% de las personas trabaja más de 48 horas semanales. En Tanzania, sólo el 1,5% de la población tiene un nivel de educación superior, y el ingreso medio mensual es de 164 dólares.
En Tanzania el ingreso medio mensual es de 164 dólares
Por eso es tan destacable lo de Suiza, Noruega, Suecia y Holanda, entre otros. Aún después de la crisis económica internacional, que afectó la situación del empleo en casi todos los países centrales, consiguen que prácticamente todas las personas en edad de trabajar tengan un empleo de calidad, que garantiza condiciones de vida dignas.
En el extremo opuesto, hay países en los que la mayor parte de la población no tiene trabajo. El caso más grave es el de Argelia, donde está empleada sólo el 36,2% de la población de 15 a 64 años. Apenas mejor están Irán, con 37,9%, y Túnez, con 42,5 por ciento.
Luego aparecen Marruecos (43,8%), Egipto (44,5%), Macedonia (46,9%), Armenia (47,5%), Grecia (49,4%), Turquía (49,5%) y Albania (50,2%).
Los que se quedan afuera
En distintas partes del mundo hay un número muy importante de personas sin lugar en el mercado de trabajo. Muchas veces, la gravedad del problema no se ve reflejada en las estadísticas oficiales, porque sólo una parte de ese universo sigue buscando trabajo. Como el resto se resigna a no trabajar, no figura entre los desocupados.
Para entender este fenómeno, Infobae entrevistó a Jaime Tenjo Galarza, director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de Colombia.
"Es algo que se profundiza a partir de cierta edad. Puede ser de 45 años en adelante, y se da especialmente en el caso de las mujeres. Lo que encontramos es que después de los 45 años, cuando una persona pierde el empleo no se preocupa por buscar otro, o lo hace durante un tiempo y luego deja. Entonces no aparecen como desempleados, sino como no participantes", explica.
En el caso de las mujeres, suele profundizarse la condición de "desempleadas disfrazadas" porque, ante la ausencia de oportunidades, las presiones sociales las llevan a conformarse más fácilmente, a no trabajar y a quedarse en el hogar.
"Un factor es que los cambios tecnológicos han sido muy rápidos. Entonces, para la población más grande es difícil estar al día con requerimientos que se vuelven esenciales en el mundo moderno", dice Tenjo.