Ciencias Sociales, pregunta formulada por xthecrewx, hace 11 meses

organisador grafico sobre la contaminacion

Respuestas a la pregunta

Contestado por Jhorcy
3

Respuesta:

Resulta una tarea apasionante y a la vez muy audaz la de intentar presentar el

saber filosófico –que es el amor a la verdad, a la sabiduría– a alguien que por primera vez

se acerca a él. Es una tarea muy difícil, porque se trata de transmitir la experiencia de

encontrarse con la verdad. Y esto es algo que siempre parece insuficiente, aunque se

intente buscar la manera de hacerlo entendible tal como realmente es.

Por ello un modo de introducir a este saber es de la mano de los grandes filósofos.

En lo que sigue lo haremos a través de los grandes filósofos clásicos, tanto de los

socráticos, aquellos que recibieron el legado de Sócrates: Platón y su discípulo Aristóteles y

continuaremos luego con los clásicos cristianos, especialmente con Agustín de Tagaste y

Tomás de Aquino.

Con todo, lo que sucede con la experiencia filosófica es que tiene que ser personal.

El encuentro con la verdad es todo un acontecimiento. Por eso, lo que seguramente es

mejor en estos casos, es poner a los alumnos en condiciones de ejercer la actividad

filosófica, de la misma manera como a nadar se aprende nadando. Esa actividad o ejercicio

filosófico se despliega en el enfrentamiento con los grandes problemas filosóficos. Se trata

entonces de animarse a dar el primer paso para pensar filosóficamente la realidad, de

manera que se puedan descubrir sus más profundos secretos; y después, sostener la

actividad y seguir abriéndose nuevos horizontes para continuar planteándonos las

preguntas claves de los grandes filósofos y tratando de contestarlas.

Se puede, entonces, empezar suscitando una pregunta, una inquietud, sobre la

realidad, especialmente si ésta nos parece evidente; y luego continuar descubriendo la

verdad, sin cansancio, valorándola y dándole acogida en la propia vida, lo cual es siempre

personal y por eso es algo inédito, siempre nuevo. Éste fue el modo como los grandes

filósofos comenzaron a hacer filosofía la que luego sistematizaron hasta hacer de ella una

ciencia, la más alta en el plano natural.

Para empezar esta aventura se precisa de unas condiciones básicas, y es que quien

se adentra en el camino del saber filosófico tiene que tener un pre requisito y es un incoado

amor a la verdad y mucha capacidad de afrontar retos, lo cual conlleva una cierta rebeldía,

respecto a la comodidad de quedarse en lo ya sabido. De entrada todos los seres humanos  

Genara Castillo Córdova    

9

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Atribución- NoComercial-SinDerivadas 2.5 Perú

No olvide citar esta obra.

tenemos capacidad de plantearnos las grandes preguntas y de avanzar en su

descubrimiento.

La filosofía es accesible, no es privilegio de unas cuantas inteligencias potentes. En

general todos nacemos con la misma dotación intelectual, lo que sucede es que algunas

personas se esfuerzan en ejercerla y otras no. Lo que sí se requiere es un gran anhelo de

verdad, desearla, amarla; el crecimiento intelectual es proporcional a ese amor a la verdad.

Por tanto, desde el comienzo se plantea una cierta ética, porque el amor a la verdad tiene

una vertiente práctica, de manera que quien no es muy amigo de la verdad y ha metido la

mentira en su vida voluntariamente, no está en buenas condiciones para estudiar filosofía.

Así, todos poseemos una inclinación natural de alcanzar la verdad. Pero para que

ese deseo se haga realidad se precisa de mucho esfuerzo sostenido, ya que, como ya

sabemos bien, lo que vale la pena siempre cuesta. Por ello, el amor a la verdad requiere de

gran fortaleza. El temple de quien se inicia en este camino debe ser bastante fuerte para

ser capaz de resistir el cansancio, el tiempo, y todo tipo de dificultades, especialmente las

que se encuentran en nosotros mismos.

Si la apasionada búsqueda de la verdad pasa las pruebas y dificultades que se le

presentan, si se conserva esa ilusión es muy probable que en algún momento, como en un

recodo del camino se aparezca delante la verdad en todo su esplendor; y entonces en

medio de las variables circunstancias se le hará presente en el hondón del alma lo

permanente, aquello que escapa a lo fugaz, y que precisamente por ser algo que dura

para siempre, sosiega al alma y se hace inolvidable.

Para evitar las falsas expectativas es oportuno advertir, desde el comienzo, que en

esta actividad filosófica no se deben esperar utilidades inmediatas, tampoco conmociones

sensibles, al estilo de los shows que se pueden dar por la televisión. La verdad deslumbra,

pero no es fascinante, no es histriónica, no seduce, al modo de los reclamos sutiles o

directos. Lo fascinante suele ir cargado de emotividad, por lo que suele enajenar, y a veces

hasta manipular, capturando la atención para llevarla a senderos extraños, no siempre

subordinados a la verdad.

Contestado por andres303047
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Respuesta:

Resulta una tarea apasionante y a la vez muy audaz la de intentar presentar el

saber filosófico –que es el amor a la verdad, a la sabiduría– a alguien que por primera vez

se acerca a él. Es una tarea muy difícil, porque se trata de transmitir la experiencia de

encontrarse con la verdad. Y esto es algo que siempre parece insuficiente, aunque se

intente buscar la manera de hacerlo entendible tal como realmente es.

Por ello un modo de introducir a este saber es de la mano de los grandes filósofos.

En lo que sigue lo haremos a través de los grandes filósofos clásicos, tanto de los

socráticos, aquellos que recibieron el legado de Sócrates: Platón y su discípulo Aristóteles y

continuaremos luego con los clásicos cristianos, especialmente con Agustín de Tagaste y

Tomás de Aquino.

Con todo, lo que sucede con la experiencia filosófica es que tiene que ser personal.

El encuentro con la verdad es todo un acontecimiento. Por eso, lo que seguramente es

mejor en estos casos, es poner a los alumnos en condiciones de ejercer la actividad

filosófica, de la misma manera como a nadar se aprende nadando. Esa actividad o ejercicio

filosófico se despliega en el enfrentamiento con los grandes problemas filosóficos. Se trata

entonces de animarse a dar el primer paso para pensar filosóficamente la realidad, de

manera que se puedan descubrir sus más profundos secretos; y después, sostener la

actividad y seguir abriéndose nuevos horizontes para continuar planteándonos las

preguntas claves de los grandes filósofos y tratando de contestarlas.

Se puede, entonces, empezar suscitando una pregunta, una inquietud, sobre la

realidad, especialmente si ésta nos parece evidente; y luego continuar descubriendo la

verdad, sin cansancio, valorándola y dándole acogida en la propia vida, lo cual es siempre

personal y por eso es algo inédito, siempre nuevo. Éste fue el modo como los grandes

filósofos comenzaron a hacer filosofía la que luego sistematizaron hasta hacer de ella una

ciencia, la más alta en el plano natural.

Para empezar esta aventura se precisa de unas condiciones básicas, y es que quien

se adentra en el camino del saber filosófico tiene que tener un pre requisito y es un incoado

amor a la verdad y mucha capacidad de afrontar retos, lo cual conlleva una cierta rebeldía,

respecto a la comodidad de quedarse en lo ya sabido. De entrada todos los seres humanos  

Genara Castillo Córdova    

9

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Atribución- NoComercial-SinDerivadas 2.5 Perú

No olvide citar esta obra.

tenemos capacidad de plantearnos las grandes preguntas y de avanzar en su

descubrimiento.

La filosofía es accesible, no es privilegio de unas cuantas inteligencias potentes. En

general todos nacemos con la misma dotación intelectual, lo que sucede es que algunas

personas se esfuerzan en ejercerla y otras no. Lo que sí se requiere es un gran anhelo de

verdad, desearla, amarla; el crecimiento intelectual es proporcional a ese amor a la verdad.

Por tanto, desde el comienzo se plantea una cierta ética, porque el amor a la verdad tiene

una vertiente práctica, de manera que quien no es muy amigo de la verdad y ha metido la

mentira en su vida voluntariamente, no está en buenas condiciones para estudiar filosofía.

Así, todos poseemos una inclinación natural de alcanzar la verdad. Pero para que

ese deseo se haga realidad se precisa de mucho esfuerzo sostenido, ya que, como ya

sabemos bien, lo que vale la pena siempre cuesta. Por ello, el amor a la verdad requiere de

gran fortaleza. El temple de quien se inicia en este camino debe ser bastante fuerte para

ser capaz de resistir el cansancio, el tiempo, y todo tipo de dificultades, especialmente las

que se encuentran en nosotros mismos.

Si la apasionada búsqueda de la verdad pasa las pruebas y dificultades que se le

presentan, si se conserva esa ilusión es muy probable que en algún momento, como en un

recodo del camino se aparezca delante la verdad en todo su esplendor; y entonces en

medio de las variables circunstancias se le hará presente en el hondón del alma lo

permanente, aquello que escapa a lo fugaz, y que precisamente por ser algo que dura

para siempre, sosiega al alma y se hace inolvidable.

Para evitar las falsas expectativas es oportuno advertir, desde el comienzo, que en

esta actividad filosófica no se deben esperar utilidades inmediatas, tampoco conmociones

sensibles, al estilo de los shows que se pueden dar por la televisión. La verdad deslumbra,

pero no es fascinante, no es histriónica, no seduce, al modo de los reclamos sutiles o

directos. Lo fascinante suele ir cargado de emotividad, por lo que suele enajenar, y a veces

hasta manipular, capturando la atención para llevarla a senderos extraños, no siempre

subordinados a la verdad.

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