Historia, pregunta formulada por paolaavilacastro8537, hace 17 horas

oraciones sobre el sueño del sultán​

Respuestas a la pregunta

Contestado por jaelitasolangel
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Respuesta:

quel sultán se encontraba consternado debido a un extraño sueño que había tenido la noche anterior. ...

-¡Qué desgracia, mi señor!- ...

-¡Pero qué insolencia!- ...

Inmediatamente, mandó llamar a sus guardias y ordenó que le dieran cien latigazos. ...

-¡Oh, excelso señor!quel sultán se encontraba consternado debido a un extraño sueño que había tenido la noche anterior. ...

-¡Qué desgracia, mi señor!- ...

-¡Pero qué insolencia!- ...

Inmediatamente, mandó llamar a sus guardias y ordenó que le dieran cien latigazos. ...

-¡Oh, excelso señor!

Explicación:

Contestado por Luciuwu2289
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Un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó a llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia Mi Señor!, exclamó el Sabio, cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra majestad.

¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido, ¿cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar   al Sultán con atención, le dijo:

- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada, el sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando este salía de palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: - ¡No es posible!, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer Sabio, no entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas.

- Recuerda buen amigo mío- respondió este segundo sabio- que todo depende de la forma en la que se dicen las cosas. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir; pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado…

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