OPCIÓN B
Responda al tema La Segunda República, y analice y justifique la relación con el mismo de los
siguientes documentos:
DOCUMENTO 1
Yo no me refiero a las dos primeras, me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este
problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema
político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e
histórica del pueblo español.
Yo no puedo admitir, señores diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema
religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal
donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema
político, de constitución del Estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las
semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba
sobre sí la tutela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad,
por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y
quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata
simplemente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de establecer. [...]
Discurso de Azaña en el Congreso de los Diputados en 1931. Debate constitucional
Prueba de Selectividad, Andalucia, Septiembre 2012-2013, HISTORIA DE ESPAÑA
Respuestas a la pregunta
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2
Este texto es un fragmento del discurso que Manuel de Azaña, para entonces Presidente de Gobierno de España, ante el Congreso de Diputados de 1931, como parte de los debates previos a la configuración de la constitución de la Segunda República de Española. Esta es una fuente política de carácter público que estuvo dirigida a los representantes en las Cortes Generales, primeramente, y a la nación, en segunda instancia.
Azaña, opuesto a la dictadura de Primo de Rivera, participó en el Pacto de San Sebastián que debía acabar con la monarquía Alfonsina. Tras la proclamación de la Segunda República comenzó su etapa de mayor relevancia para la historia española, convirtiéndose en el político más relevante de esa etapa.
En este discurso, Azaña niega la existencia de un problema religioso en el reino, apuntando a la construcción de un estado laico y aconfesional, tal y como se plantearía más adelante en el articulado de la Constitución, para evitar cualquier tipo de tutelaje de conciencias, asimismo, apunta a la separación total de la unión histórica Iglesia-Estado.
Cada uno de estos aspectos son abordados en la Constitución de 1931, en la que se recogió en su articulado la libertad de culto, la supresión de presupuestos destinados al culto o al clero y la permisión del divorcio y el matrimonio civil. A través de ella también se volvía a permitir la desamortización de bienes eclesiásticos, lo que provocó la dimisión del apoyo de los sectores católicos. Las medidas fueron interpretadas como una provocación, por lo que conllevaron a que la iglesia presionara a la disolución de la Segunda República, lo que permitió que Francisco Franco entrara al poder con buena receptividad del público español.
La problemática española no fue tratada de la manera más adecuada y convino en que los españoles fuertemente y mayoritariamente católicos sintieron rechazo por las medidas, considerando que la libertad religiosa era una forma de libertinaje. De tal modo, las altas esferas de la sociedad española empezaron a oponerse a la República.
Azaña, opuesto a la dictadura de Primo de Rivera, participó en el Pacto de San Sebastián que debía acabar con la monarquía Alfonsina. Tras la proclamación de la Segunda República comenzó su etapa de mayor relevancia para la historia española, convirtiéndose en el político más relevante de esa etapa.
En este discurso, Azaña niega la existencia de un problema religioso en el reino, apuntando a la construcción de un estado laico y aconfesional, tal y como se plantearía más adelante en el articulado de la Constitución, para evitar cualquier tipo de tutelaje de conciencias, asimismo, apunta a la separación total de la unión histórica Iglesia-Estado.
Cada uno de estos aspectos son abordados en la Constitución de 1931, en la que se recogió en su articulado la libertad de culto, la supresión de presupuestos destinados al culto o al clero y la permisión del divorcio y el matrimonio civil. A través de ella también se volvía a permitir la desamortización de bienes eclesiásticos, lo que provocó la dimisión del apoyo de los sectores católicos. Las medidas fueron interpretadas como una provocación, por lo que conllevaron a que la iglesia presionara a la disolución de la Segunda República, lo que permitió que Francisco Franco entrara al poder con buena receptividad del público español.
La problemática española no fue tratada de la manera más adecuada y convino en que los españoles fuertemente y mayoritariamente católicos sintieron rechazo por las medidas, considerando que la libertad religiosa era una forma de libertinaje. De tal modo, las altas esferas de la sociedad española empezaron a oponerse a la República.
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