obra teatral saravia de fontao geniecillo del bosque ayuda por favor
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
es muy larga pero espero te sirva y si puedes dame coronita c: :D
Explicación:
En una remota comarca, se daba por segura entre la mayoría de la
población, la existencia de un genio que rondaba por aquellos bosques, con
la capacidad de conceder cualquier deseo a quien lo encontrara.
Eso sí, nadie había llegado a verlo jamás, o tal vez quien lo hubiera visto lo
negaba.
Joaquín era un habitante de aquella región, un tanto singular. Hombre
adinerado, soltero y cuarentón, podía haber disfrutado ampliamente de la
vida de no ser por su condición exageradamente hipocondríaca.
Temía por lo que comía y por lo que no comía, por lo que bebía y hasta por
el aire que respiraba. En cualquier cosa le parecía ver agazapadas las garras
de la enfermedad.
Aficionado a leer artículos médicos, si observaba que algún alimento era
bueno para la salud lo comía hasta reventar, si por el contrario el artículo
versaba sobre los posibles inconvenientes de tal comida, bebida o
actividad, las apartaba por completo de su vida para siempre.
Tantas manías hacían que su vida social fuera inexistente, la gente que
había cometido el error de invitarle a comer quedaba chasqueada cuando ni
tocaba la deliciosa comida de la mesa y por el contrario consumía unas
verduras que disimuladamente sacaba de una bolsa situada en su costado.
Por el mismo motivo permanecía soltero a pesar de ser un buen partido y
poseer un físico bien parecido.
Todas las citas que sus amigos y vecinos le habían propuesto acababan en
rotundo fracaso, o bien cuando intentaba desinfectar la mano de la señorita
que le presentaban, o cuando se retiraba horrorizado si ella intentaba
saludarle con un beso en la mejilla. Hasta la mujer más paciente perdía los
nervios al cabo de estar un rato en su compañía.
Una tarde de cielo plomizo, paseaba Joaquín por el bosque, debidamente
resguardado y provisto de su mascarilla protectora, cuando oyó unos
gemidos lastimeros entre unos matorrales, se acercó prudentemente y pudo
observar que provenían de un precioso zorro rojo que había sido atrapado
por el cepo de un trampero.
Joaquín odiaba a los tramperos y especialmente a sus cepos, ya que de
pequeño había pisado uno que le causó graves heridas en la pierna. Eso
motivó que decidiera liberar al animal, más que por lástima hacia el
desgraciado bichejo..
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Se puso unos guantes más gruesos sobre los que ya llevaba, se acercó
murmurando unas suaves palabras para tranquilizar a la pobre bestia, y
asiendo fuertemente las dos piezas metálicas hizo la suficiente presión para
que la boca dentada se abriera un par de centímetros.
En cuanto el astuto zorro notó que la presión aflojaba retiró de inmediato la
pata.
Nuestro hombre le dijo: “Hala, ya te puedes marchar, lámete las heridas, yo
no puedo curarte porque correría al riesgo de que me contagiaras alguna
enfermedad”.
Para su asombro, el zorro no se movió de allí y por el contrario le habló con
voz humana diciéndole: “Soy el genio del bosque, y agradezco la buena
acción que acabas de realizar, no puedo concederte ningún presente
material, pero como pago puedo responderte a cualquier pregunta que me
formules sobre el pasado, el presente o el futuro, lo que yo te diga será
absolutamente cierto y se cumplirá con exactitud, pero piénsalo bien,
porque solo podrás formular una pregunta”.
Joaquín no tuvo que pensar demasiado, solo había un tema que realmente le
obsesionaba por tanto dijo sin vacilar: “Quiero saber si tengo que
preocuparme por alguna enfermedad y que medidas debo tomar para
evitarla”.
El genio respondió: “En todo el resto de tu vida no padecerás la más
mínima enfermedad, ni siquiera leve, ni achaque alguno, hagas lo que
hagas, comas lo que comas, toques lo que toques, nada te contagiará
nunca”.
“¿Entonces seré inmortal?”.