Objetivo principal de los monarcas en la edad moderna
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Más de un caso de una monarquía compuesta da el espacio geográfico de Escandinavia. A lo largo del siglo XIV se formó la unión de Kalmar, basándose en uniones anteriores del mismo siglo. En 1319 Magnus Eriksson heredó la corona noruega cuando solo tenía tres años. Magnus era, al mismo tiempo, descendiente de la familia real sueca. El mismo año la nobleza sueca le ofreció también la corona de Suecia, con lo cual ambos reinos quedaron unidos en la persona del rey. En 1355 Magnus Eriksson dio el reino de Noruega a su hijo Hakon, el cual se casó posteriormente con la princesa de Dinamarca, entonces el reino más poderoso de Escandinavia. El hijo de los dos, Olav, heredó ambos tronos, con lo cual ahora Noruega se encontró dinásticamente unido a Dinamarca en vez de Suecia. Tras la muerte de Olav, su madre Margarhete asume la regencia en ambos reinos. En 1389 también Suecia le ofrece tras varios conflictos internos la regencia de su reino. Ocho años después, en 1397, finalmente firman nobles y eclesiásticos de los tres reino en Kalmar el tratado de unión, el cual uniría a los tres reinos por más de cien años. A pesar de estar unidos dinásticamente los tres reinos, cada uno mantuvo sus leyes y sus instituciones propias.
A pesar de esta supuesta estabilidad, Harald Gustafsson caracteriza la unión de Kalmar como una unión personal muy débil y un intento fallido de crear un estado escandinavo18. Dicha afirmación tiene varias razones. Ninguno de los tres reinos llegó a ratificar el tratado de unión elaborado en Kalmar. Además, a partir de los años 30 del siglo XV los suecos dejaron de reconocer la gran mayoría de los reyes comunes. El país fue gobernado básicamente por consejos o regentes. En 1523 la unión de Kalmar terminó, como consecuencia de intentos centralizadores por parte del rey Christian II que provocaron resistencia en todos los tres reinos19.
A continuación se formaron dos nuevas monarquías compuestas, la unión danesa-noruega y la corona sueca. Tras la ruptura de la unión, esta última cayó en manos de la dinastía Vasa que ocuparía el trono sueco durante más de un siglo. Bajo los Vasa Suecia llegó a ser una de las potencias importantes europeas. Durante la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, Suecia conquistó provincias en Finlandia, en el Báltico y en el norte y este de Alemania. La incorporación de éstas se hacía según el principio compuesto de la época moderna: pasaron a formar parte de la corona sueca, sin que llegasen a serlo del reino sueco. También mantuvieron sus leyes y su administración. En las provincias alemanas los monarcas suecos actuaron como señor territorial (Landesherr), dentro del marco del Sacro Imperio.
En cambio, en las conquistas dentro de Escandinavia predomina una política de integración, como Gustafsson ilustra con los ejemplos Gotland, Jámtland y Hárjedalen que la corona sueca adquirió en 1645. Estas provincias se incorporaron casi inmediatamente al sistema administrativo, jurídico y político del reino de Suecia20. También fueron incorporaciones duraderas, dado que hasta el día de hoy todavía pertenecen al estado sueco. En cambio, las provincias bálticas y la mayoría de las alemanas se perdieron en la así llamada Gran Guerra del Norte que acabó con la derrota de Suecia y que significó el final de su época como potencia europea y de su monarquía compuesta.
También el resto de la unión de Kalmar se reestructuró después de 1523. La nueva monarquía compuesta no sólo abarcaba los reinos de Dinamarca y Noruega, sino también los ducados Schleswig y Holstein. Gustafsson caracteriza esa monarquía como la unión de dos uniones, Dinamarca Noruega por un lado y Schleswig Holstein por otro21.
La condición noruega en dicha unión no está muy clara. En el juramento del rey Christian III (1536) ya no se considera Noruega como un reino propio, sino como parte del reino danés22.
La otra parte de la unión eran los dos ducados de Schleswig y Holstein que según el tratado de Ripen de 1460 estaban unidos para siempre
El componente más fuerte de esta monarquía compuesta era el reino danés, donde también habitualmente se encontraba presente el monarca. En Noruega y en los ducados, en cambio, había gobernadores del rey. No hubo procesos de integración durante el siglo XVI y la primera parte del XVII. Si las élites locales se mostraban leales a la corona, ésta no se preocupaba mucho de cómo gobernaban a las provincias25. Incluso para el siglo XVII el mismo Gustafsson considera que, a pesar de que algunas medidas se pueden interpretar como centralizadoras, el carácter compuesto de la unión no se modifica26.
El fin de esa monarquía compuesta solo llegaría durante el siglo XIX.