Nos Preguntamos 1.- ¿Acertaré con mi orientación profesional?, ¿Seguiré la vocación que Dios quiere para mi?, ¿Encontraré a una persona que me ame y que pueda amar?, ¿Escogeré bien las amistades?, ¿Y si llega la enfermedad? 2-Llevo a cabo lo que me hace feliz (planes con amigos(as)....
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Quieres ser santo? Muchas personas pueden dudar antes de responder a esta pregunta. Imaginan una existencia gris y llena sólo de sacrificios, una vida sin sueños en la que Dios impone a la fuerza Su voluntad.
¿Quieres ser feliz? En este caso, en cambio, la respuesta es clara: sí, todos queremos ser felices, todos queremos lograr una vida plena, mirar atrás al final de nuestros días y poder decir: ha valido la pena que yo existiera, no he resultado indiferente, he sido útil, he dejado poso...
Con razón dice san Josemaría que «la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la tierra»[1], porque nuestros sueños son los del Señor: Él no desea otra cosa que ayudarnos a cumplir nuestras aspiraciones más altas, colmar e incluso superar los deseos de infinito que cada uno llevamos dentro.
Cuentan que un sabio dijo un día a sus seguidores: «Cuando llegaréis a las puertas del Cielo, os harán una sola pregunta, ¡una sola!». Quienes le rodeaban, intentaban adivinar la cuestión: «¿Has cumplido los mandamientos?», le preguntaba uno; «¿Has ayudado a los pobres?», decía otro; «¿Has rezado mucho?, ¿ibas a la iglesia?, ¿has amado al prójimo?...». El sabio, sonriendo, señaló: «La única pregunta será, sencillamente, ésta: ‘¿Has sido feliz?’ Quien responda afirmativamente, tendrá un sitio ante Dios».
¿Has sido feliz? Es una cuestión que podemos anticipar ahora: tal y como he planteado mi vida, ¿seré feliz? Enseguida comprendemos que no es sencillo responder con un sí rotundo. El futuro no está completamente en nuestras manos y son muchas las elecciones que tendremos que tomar a lo largo de los años: ¿Acertaré con mi orientación profesional?, ¿seguiré la vocación que Dios quiere para mí?, ¿encontraré a una persona que me ame y que pueda amar?, ¿escogeré bien las amistades?, ¿y si llega la enfermedad?
El futuro de cada persona está abierto: no somos capaces de ver más allá de nuestro presente. Sin embargo, Dios –respetando nuestra libertad– conoce bien cuáles serán nuestros pasos. Por eso, en algunos momentos de la vida podremos orar así: Señor, no sé aún qué quieres de mi, ni qué retos voy a enfrentar. A veces dudo sobre el camino que debo emprender, pero sé que Tú tienes un plan para mí: conoces tan bien las dificultades que encontraré como los talentos que me has dado para superarlas. Por eso, ayúdame a vivir cerca de Ti y así, haga lo que haga, ocurra lo que ocurra, estaré caminando por el buen camino.