nombrar las transformaciones religiosas y explicar brevemente, alguien que me ayude
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Respuesta: ESPERO QUE TE AYUDE :3 ES EXTENSO PERO INTERESANTE.
ME DAS CORONA XFA U-U
La instauración de gobiernos independientes en Hispanoamérica a lo largo del siglo XIX disparó una serie de interrogantes sobre el papel de la religión y de las instituciones eclesiásticas en el orden social. Esos interrogantes, si bien no siempre eran nuevos –algunos se habían planteado desde muy antiguo en la historia occidental–, demandaron en esa centuria respuestas perentorias que muchas veces comportaron cambios profundos. En todo caso, las transformaciones estuvieron acompañadas por una importante dosis de conflicto, agudizado por las contradicciones implícitas en los cambios proyectados. Por un lado, las nuevas concepciones sobre la participación política y las formas de gobierno abrevaron en esquemas de pensamiento forjados en gran parte en la fragua cristiana, y se implementaron a través de instituciones directa o indirectamente vinculadas con ella, pero buscaron al mismo tiempo ganar autonomía, en ciertos aspectos fundamentales, de la tradición religiosa. Por otro, el universo católico estaba viviendo un fuerte proceso de cambio que también involucraba tendencias contradictorias: sectores muy activos compuestos por eclesiásticos y seglares buscaron otorgar unidad doctrinaria e institucional a la Iglesia Católica, fortaleciendo la figura papal y negando a los poderes políticos capacidad de gobierno sobre las estructuras eclesiásticas, a la vez que exigían a los nuevos gobiernos una asistencia activa a la hora de costear los gastos del culto y conservar en los nacientes países el lugar preeminente que el catolicismo había ocupado en el siglos precedentes. Los artículos que se reúnen en este dossier dan cuenta de la estrecha relación entre cambio político y cambio religioso en Hispanoamérica. El texto de Ana Carolina Ibarra aborda un tema que desde el siglo XIX suscitó la atención de publicistas e historiadores: las razones que llevaron a una parte del clero novohispano a adherir a la insurgencia. Entre ellas se cuentan fundamentalmente dos: el malestar que provocaron ciertas medidas de la monarquía orientadas a acrecentar sus facultades en la administración de las rentas eclesiásticas –productos de las vacantes y diezmos– y en las causas judiciales que involucraban a eclesiásticos, recortando los alcances del fuero. Por otra parte, Ibarra muestra la influencia de la literatura galicana, febroniana, jansenista y richerista en el universo de ideas de los clérigos y religiosos insurgentes. En los textos de Connaughton, Lida y Martínez se plantea el vínculo entre advenimiento de la soberanía popular, tendencias autonómicas y sistemas federales y confederales de gobierno, introduciendo en diferentes registros la variable religiosa. El de Connaughton trata este tema en México, donde en la década de 1820 los debates eclesiológicos que opusieron a episcopalistas y curialistas se entrelazaron con los que hacían a la naturaleza del patronato –como concesión pontificia o como derecho inherente a la soberanía– y con las controversias entre centralistas y federalistas. El trabajo, además, analiza pormenorizadamente las tratativas de los gobiernos mexicanos de la época con la Santa Sede para normalizar de alguna manera la vida eclesiástica, llevadas adelante por agentes diplomáticos imbuidos de muy diferentes –por momentos contrastantes– concepciones religiosas. Con una perspectiva similar, Miranda Lida llama la atención sobre la forma en que la idea de soberanía popular nutrió o fortaleció en el Río de la Plata las tendencias episcopalistas, dando cuenta a la vez del problema concreto de un desmembramiento jurisdiccional eclesiástico agravado por dos circunstancias: la inexistencia de una arquidiócesis que agrupara a los obispados del territorio y las consecuencias que para las Iglesias tuvieron los intentos de implementar un modelo confederacionista (no federal, como en el caso de México). La disolución del Directorio en 1820 y la formación de estados provinciales con pretensiones soberanas pusieron sobre el tapete el problema del ejercicio por parte de los gobiernos del derecho de patronato, que en el Río de la Plata hubo bastante consenso en considerar atributo inherente a la soberanía. Lida presenta tres salidas posibles al problema: la reforma de corte galicano en el marco de cada uno de los estados provinciales, la conservación de las antiguas estructuras diocesanas con el argumento de que sólo con la intervención de la Santa Sede podían modificarse sus fronteras y el intento de construir una nueva estructura diocesana a nivel hispanoamericano, replicando en el plano eclesiástico el proyecto panamericano de Bolívar.