No bombardeen Rosario
El representante legal del Banco explicó que los súbditos de Su Majestad británica estaban inquietos por la suerte que pudieran correr sus capitales. Con toda la diplomacia del mundo, Irigoyen le explicó al delegado que el conflicto debía resolverse en el ámbito provincial, no nacional. Pero el representante le advirtió que “el jefe de las fuerzas navales británicas en el Río de la Plata ha ordenado que una cañonera se dirigiera a Rosario para recibir a su bordo en depósito de los caudales del Banco de Londres”. Al canciller le cambió la cara. Una cosa era terciar entre el gobierno santafesino y un grupo de inversores británicos, y otra cosa era tener un barco inglés equipado con cañones plantados en el río Paraná, con sus armas de grueso calibre apuntando a la ciudad de Rosario. Cambió el tono de la charla, Irigoyen se puso de pie y les solicitó al asesor que se retirara de la sala. Allí se acabó la discusión y fue necesario encontrar puntos de conciliación en los niveles más altos del poder, tanto ingleses como argentinos.
El primer banco que se instaló en la ciudad de Rosario fue la sucursal del Banco de Londres, Río de la Plata, de capitales ingleses, durante el mandato provincial de Nicasio Oroño. Se mantuvo sin competencia hasta que el gobierno santafesino creó en 1874 el Banco Provincial de Santa Fe. A partir de allí surgieron acusaciones, reclamos y desobediencias que derivaron en la detención del gerente de la sucursal del Banco de Londres. Los dueños de las acciones acudieron al cónsul británico quien, aprovechando la presencia de naves inglesas en Montevideo, envió la cañonera Beacon (al mando del capitán Dunlop)en actitud amenazante al puerto de Rosario. Y a un representante legal para que se encargara de resolver el conflicto con el ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de Irigoyen.
La Beacon abandonó el acecho y de a poco se resolvió la controversia que estuvo a punto de hacer que una nave británica bombardeara a Rosario. El representante legal del Banco de Londres (aquel que se entrevistó con Irigoyen y lo alertó sobre la presencia de un barco extranjero que amenazaba con resolver el conflicto a los tiros) era argentino. Se trataba del brillante abogado porteño Manuel Quintana, quien dos años atrás había sido precandidato a la presidencia, que en 1867 había propuesto desde su banca de diputado que Rosario fuera la Capital Federal del país y que veintiocho años después del incidente de la cañonera asumiría como decimoquinto presidente de los argentinos.
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Respuestas a la pregunta
No bombardeen Rosario
[El representante legal del Banco explicó que los súbditos de Su Majestad británica estaban inquietos por la suerte que pudieran correr sus capitales. Con toda la diplomacia del mundo, Irigoyen le explicó al delegado que el conflicto debía resolverse en el ámbito provincial, no nacional. Pero el representante le advirtió que “el jefe de las fuerzas navales británicas en el Río de la Plata ha ordenado que una cañonera se dirigiera a Rosario para recibir a su bordo en depósito de los caudales del Banco de Londres”. Al canciller le cambió la cara. Una cosa era terciar entre el gobierno santafesino y un grupo de inversores británicos, y otra cosa era tener un barco inglés equipado con cañones plantados en el río Paraná, con sus armas de grueso calibre apuntando a la ciudad de Rosario. Cambió el tono de la charla, Irigoyen se puso de pie y les solicitó al asesor que se retirara de la sala. Allí se acabó la discusión y fue necesario encontrar puntos de conciliación en los niveles más altos del poder, tanto ingleses como [argentinos.
[El primer banco que se instaló en la ciudad de Rosario fue la sucursal del Banco de Londres, Río de la Plata, de capitales ingleses, durante el mandato provincial de Nicasio Oroño. Se mantuvo sin competencia hasta que el gobierno santafesino creó en 1874 el Banco Provincial de Santa Fe. A partir de allí surgieron acusaciones, reclamos y desobediencias que derivaron en la detención del gerente de la sucursal del Banco de Londres. Los dueños de las acciones acudieron al cónsul británico quien, aprovechando la presencia de naves inglesas en Montevideo, envió la cañonera Beacon (al mando del capitán Dunlop)en actitud amenazante al puerto de Rosario. Y a un representante legal para que se encargara de resolver el conflicto con el ministro de Relaciones Exteriores, Bernardo de [Irigoyen.
[La Beacon abandonó el acecho y de a poco se resolvió la controversia que estuvo a punto de hacer que una nave británica bombardeara a Rosario. El representante legal del Banco de Londres (aquel que se entrevistó con Irigoyen y lo alertó sobre la presencia de un barco extranjero que amenazaba con resolver el conflicto a los tiros) era argentino. Se trataba del brillante abogado porteño Manuel Quintana, quien dos años atrás había sido precandidato a la presidencia, que en 1867 había propuesto desde su banca de diputado que Rosario fuera la Capital Federal del país y que veintiocho años después del incidente de la [cañonera asumiría como decimoquinto presidente de los argentinos.