Informática, pregunta formulada por mondragoncamacho8, hace 1 año

Nesesito un cuento de 20 lineas con pronombres personales

Respuestas a la pregunta

Contestado por jo6mendez
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Ejemplo de cuento corto haciendo uso de pronombres personales:

Hace muchos siglos, en un lugar lejano vivía un príncipe solitario en un castillo que sus difuntos padres habían construido para él. Además del castillo, ellos habían construido también una especie de habitación subterránea a la que el joven príncipe tenía prohibida la entrada. Tras años de curiosidad y temor por los ruidos que de allí venían, el príncipe decide averiguar que hay en la habitación, retira el pesado seguro de la puerta, la abre y se adentra en un obscuro salón. De repente, en medio de la oscuridad, oye un gruñido y unas cadenas arrastrándose, acerca una antorcha a la dirección del ruido para descubrir que hay un dragón gigante prisionero en su castillo, dijo para si mismo: "Por qué ellos tendrían un dragón oculto en el castillo, debe ser para protegernos". La criatura se acercó a él y lo olió. Al ver que el dragón se encontraba en calma, el príncipe le quita sus cadenas y le dice "Ahora nosotros somos amigos, te doy la libertad para que hagas lo que plazcas!". El dragón sale inmediatamente del castillo y vuela alrededor de este, se posa en una de las torres, mira al príncipe y exclama con voz casi humana "Tus padres me escondieron aquí porque era pequeño, ellos temían por mi seguridad, ahora que soy grande, yo cuidaré de ti porque eres mi amigo". El dragón protegió el castillo y al príncipe hasta el fin de los días.

Pronombres personales utilizados: él, ellos, nosotros, yo, tú.

Contestado por MARIAROXI
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Respuesta:

Mientras corrió su primera juventud, Antón Carranza se creyó nacido y predestinado para el arte. El arte le atraía como el acero al imán, y le fascinaba como el espejuelo a la alondra. Donde sus ojos encontraban una línea elegante, una forma bella, un tono de color intenso y original, allí se quedaban cautivos en éxtasis de admiración, mientras luchaba en su alma noble pena de no haber sido el creador de aquella hermosura, y una ilusión arrogante de llegar a producirla mayor, más original y poderosa por medio del estudio y el trabajo.

Años y desengaños necesitó para adquirir el triste convencimiento de que carecía de inspiración, de genio artístico. Sus tentativas fueron reiteradas, insistentes, infructuosas. Crispáronse en vano sus dedos alrededor del pincel, de la gubia, del palillo, del buril, del barro húmedo. Si no podía ser pintor ni escultor, a lo menos quería descollar como adornista, como grabador, como tallista; por último, desesperanzado ya, intentó resucitar los primores de orfebrería de Benvenuto Cellini; y si bien por cuenta propia no hizo nada digno de eterno olor, con la joyería, su vocación artística desalentada se convirtió en provechosa especulación industrial; se asoció a un joyero de fama, montó el taller a gran altura y se dedicó a negociar, escondiendo la incurable herida de su ardiente aspiración y sus mil fracasos.

El joyero que recibió de socio a Antón Carranza tenía una hija, cuyo enlace con el artista fue la base de la nueva razón social. Luisa, la esposa de Carranza, no era bonita, ni aun agraciada: la desfiguraba su tez amarillenta, sus facciones angulosas y una cojera muy visible. Carranza, con todo, aceptó el trato sin repugnancia alguna; su futura le inspiraba, a falta de sentimientos más vehementes, simpatía y cariño. Como suele suceder a los hombres excesivamente poseídos de la fiebre artística, desconocía Carranza otras pasiones; la mujer era para él una necesidad momentánea, y el matrimonio una prudente garantía de paz y de afecto. Casóse, pues, satisfecho y tranquilo, y se condujo como marido bueno y leal.

Explicación:

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