¡¡Necesito urgente!! Un tema cultural, social, político y económico, uno de cada uno. POR FAVOR, ES IMPORTANTE! Saludos...
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Corona porfa
En 1997, aún con indicadores económicos favorables, la inercia política en la que nos hallamos inmersos recrudece los ataques contra los gastos voluntarios del ámbito público siendo la cultura la primera víctima en la línea de amortizaciones.
Este largo exordio debería servir para introducir una clave política del momento cultural actual; los ataques contra el espacio público de la cultura y su financiación se apoyan en argumentos económicos pero tienen un transfondo político de primera magnitud.
El espacio cultural de protección pública sitúa al poder ante opciones que se ve incapaz de confrontar; toda intervención pública en este campo representa el epítome de la voluntad política para alcanzar tres utopías: la diversidad, el acceso y la creatividad. No pude existir una política cultural sin utopías y la Cosa Pública parece haber tirado la toalla ante su incapacidad de enarbolar dichas utopías. La de la diversidad porque la coartada de Shenghen excluye las migraciones culturales y establece de rebote una jerarquización entre culturas; las que pueden entrar en nuestro sistema de mercado y las que no. La del acceso porque parece ridículo garantizar lo que sanciona la cláusula 15 de la Carta de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Declaración Universal de Derechos Humanos (que establece el derecho de todos al acceso a la cultura). Acatar dicha cláusula implicaría una acción participativa sobre la demanda cultural cuyas consecuencias políticas son imprevisibles. ¿A qué cultura hay que garantizar el acceso? ¿Hasta qué punto es responsabilidad pública? La respuesta de la participación parece pasada de moda. Queda la utopía de la creatividad. Un imperativo incómodo por lo que tiene de apoyo a las vanguardias; unas culturas emergentes que por de pronto rechazan el mercado y llevan su lucha al terreno de las utopías; un terreno aborrecido por la configuración política del momento.
La alianza entre creatividad artística y tecnología ha creado mayor desazón entre el "status quo" político para el que la experiencia de Internet empieza a convertirse en una pesadilla de monstruosas dimensiones.
La pérdida de la utopía cultural acompaña el abandono de las utopías sociales (empezando por el espacio público) y con ellas la calidad intelectual del entorno y la capacidad crítica de la sociedad.
La presencia de gobiernos conservadores en buena parte de Europa no hace sinó acelerar un proceso de cesura entre las utopías culturales emergentes y las utopías sociales residuales.
Una cesura que puede convertirse fácilmente en censura más o menos banalizada tal y como hemos visto recientemente en distintos países europeos.
La corrección de la tendencia debería venir de una nueva alianza entre culturas emergentes empeñadas en el desarrollo de las tres utopías y los movimientos sociales en defensa del espacio público. Una alianza que puede parecer una utopía en sí misma si tenemos en cuenta el estado actual del debate político. Los resquicios de esperanza se podrían hallar en las teorías "comunitaristas" que proponen una dialéctica de lo local en una perspectiva de la globalización cultural y económica. El ámbito local constituye más que nunca una reserva de necesidad política para la defensa del espacio público. En una perspectiva de crítica histórica, la toma de consciencia de "lo local" como vía de incidencia global gracias a las nuevas alianzas mundiales que permite la sociedad de la información favorecería el fortalecimiento de nuevos espacios para la utopía