Necesito una historia de amor pero como solo un enamoramiento
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Él lleva años amándola en secreto. Lo que no sabe es lo que va a suceder al conocerla. Y lo que menos se esperaba es que descubriría que el enamoramiento está en nuestra mente.
La veía siempre por los pasillos de la facultad. Intentaba sentarme cerca en clase para admirar su belleza. Su rostro transmitía paz, serenidad. Su pelo largo, ondulado y oscuro creaba en mí un estado casi hipnótico. Su físico era perfecto. Era la clase de chica que siempre había estado buscando.
De vez en cuando intercambiábamos miradas y algún que otro saludo. En esos momentos mi voz temblaba y no sabía muy bien qué decir. Comprendí que estaba en una fase de enamoramiento muy intenso. Lo que todavía no sabía era que el enamoramiento está en nuestra mente.
sara era la chica que llevaba muchos años esperando, y ahí estábamos, compartiendo el mismo lugar todas las mañanas. Cuando me cruzaba con ella, un delicioso perfume invadía el ambiente y me quedaba completamente embriagado. Y cuando nos cruzábamos y me decía «hola», me temblaban las piernas.
Explicación:
Respuesta:
Y de repente llegaste, una historia sobre el enamoramiento
19 octubre, 2018
Y de repente llegaste, una historia sobre el enamoramiento
Este artículo ha sido escrito y verificado por el psicólogo Francisco Javier Molas López
Él lleva años amándola en secreto. Lo que no sabe es lo que va a suceder al conocerla. Y lo que menos se esperaba es que descubriría que el enamoramiento está en nuestra mente.
El mito de Hera, la matrona del Olimpo
Saroo, 25 años para volver a casa
Mala y Edek, la historia de un amor agónico
La veía siempre por los pasillos de la facultad. Intentaba sentarme cerca en clase para admirar su belleza. Su rostro transmitía paz, serenidad. Su pelo largo, ondulado y oscuro creaba en mí un estado casi hipnótico. Su físico era perfecto. Era la clase de chica que siempre había estado buscando.
De vez en cuando intercambiábamos miradas y algún que otro saludo. En esos momentos mi voz temblaba y no sabía muy bien qué decir. Comprendí que estaba en una fase de enamoramiento muy intenso. Lo que todavía no sabía era que el enamoramiento está en nuestra mente.
Patricia era la chica que llevaba muchos años esperando, y ahí estábamos, compartiendo el mismo lugar todas las mañanas. Cuando me cruzaba con ella, un delicioso perfume invadía el ambiente y me quedaba completamente embriagado. Y cuando nos cruzábamos y me decía «hola», me temblaban las piernas.
A mi lado
Me imaginaba con ella paseando por las calles de la ciudad. Comentando los edificios más bonitos, los más extraños y todo aquello que viéramos. Nos sentaríamos en un banco, hablaríamos y reiríamos. Después iríamos a comer a alguna parte y seguiríamos pasándolo bien. Hasta que un día nos abrazaríamos y nos besaríamos. Cada vez que la miraba en la facultad toda esta clase de pensamientos rondaban por mi mente.
Un día, comiendo con una amiga en la cafetería de la facultad, ella se sentó con nosotros. ¿Cómo era posible? Al parecer, se conocían desde hacía un tiempo. ¡Y yo sin saberlo! Comencé a ponerme muy nervioso. La chica de mi vida estaba justo delante de mí. Era preciosa. Toda ella era perfecta. Mi enamoramiento cada vez aumentaba más y sentía bastante miedo a defraudarla.
Pareja frente a frente al anochecer
La ilusión de una conexión especial
A partir del día que cominos juntos compartimos mesa en más ocasiones. Hablábamos de muchas cosas y reíamos. Siempre pedíamos menú para comer. Ella bebía refrescos de cola y yo agua. A ella le gustaba más la ensalada, a mí la pasta. Y de postre yo solía comer fruta, ella un flan. La miraba a los ojos y me imaginaba con ella en alguna playa paradisíaca tomando el sol y nadando en aguas cristalinas.
Cada vez nos veíamos más. Patricia también parecía buscarme. Llevaba más de un año y medio enamorado de ella. Un día decidimos quedar fuera de la facultad y una tarde fuimos a tomar un café. Fue muy agradable. Teníamos aficiones ligeramente diferentes, pero no importaba, nos podíamos complementar estupendamente. Veía señales en ella que me daban a entender que había una conexión especial.
Y llegó el momento
Aquella tarde de invierno Patricia se sentó a mi lado en la cafetería de la facultad.
–Tengo que comentarte algo -me dijo. En aquel instante me eché a temblar. El momento había llegado.