Arte, pregunta formulada por Agos431, hace 1 año

Necesito un poema inventado sobre la selva! Urgente!!

Respuestas a la pregunta

Contestado por anuel2ble
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Respuesta:

Arturo Borja

A Misteria

de Arturo Borja

¡Oh, cómo te miraban las tinieblas,

cuando ciñendo el nudo de tu abrazo

a mi garganta, mientras yo espoleaba

el formidable ijar de aquel caballo,

cruzábamos la selva temblorosa

llevando nuestro horror bajo los astros!

Era una selva larga, toda negra:

la selva dolorosa cuyos gajos

echaban sangre al golpe de las hachas,

como los miembros de un molusco extraño.

Era una selva larga, toda triste,

y en sus sombras reinaba nuestro espanto.

El espumante potro galopaba

mojando de sudor su cansancio,

y ya hacía mil años que corría

por aquel bosque lúgubre. ¡Mil años!

Y aquel bosque era largo, largo y triste,

y en sus sombras reinaba nuestro espanto.

Y era tu abrazo como un nudo de horca

y eran glaciales témpanos tus labios,

y eran agrios alambres mis tendones,

y eran zarpas retráctiles mis manos,

y era el enorme potro un viento negro

furioso en su carrera de mil años.

Caímos a un abismo tan profundo

que allí no había Dios: montes lejanos

levantaban sus cúspides, casqueadas

de nieve, bajo el brillo de los astros,

references

Explicación:

Contestado por guidoalvaradop76
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El oro negro

Quien busca el oro, siembra la muerte

Entre árboles y ríos muertos

suena humillada la voz del campesino,

del hombre que vivió,

olvidado entre ramas y ríos.

Quien busca el oro, busca la muerte

Suena la bala mortal

en el pecho del hombre y su miseria.

Herida está la selva

rodeando con su aliento

al cadáver del camino.

Quien busca el oro, siembra le muerte

Suena el río, rumoroso y duro:

es un llanto que lo empuja hacia el mar.

Suenan los árboles gastados de amargura:

son pájaros que aterrados buscan una pluma,

o se arrancan unas plumas

para curar la herida de un hombre,

de aquél que murió por defender sus nidos.

Quien busca el oro, busca la muerte.

Suenan los caminos

de charcos y de sangre ya cubiertos.

Y las entrañas de la tierra

mueven los ríos, las montañas y los mares.

Caen las hojas de los árboles tan viejos:

son pesadas lágrimas

que expresar no puede la tierra.

Quien busca el oro, siembra la muerte.

Exterminados quedan los caminos

aquellos que construyó el hombre acribillado.

El cadáver engendrará un árbol

y el árbol un hombre

para sembrar la paz en el camino

y proteger bajo la infausta lluvia,

la vida de los pájaros sin nido.

Quien busca la paz, busca el camino.

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