Necesito un cuento inventado
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Carlitos, era uno de esos
niños que era incapaz de salir
de casa sin llevar puestos
unos calcetines que le había
regalado su abuela. Eran tan
bonitos y calentitos, que al
pequeño le encantaba
llevarlos a todas partes, para
enseñárselos a sus amigos.
Un buen día, cuando su
mamá se los llevó para
lavarlos en la lavadora, uno de
los calcetines desapareció sin
dejar rastro. Enterado de la
noticia, el pobre Carlitos se
puso tan triste, que se
negaba a salir de casa, hasta
que volviera a aparecer su
calcetín perdido. A tal grado
llegó su disgusto, que sus
padres tuvieron que llamar a
su abuela, para que intentara
convencerle.
Tras descansar de su largo
viaje, la abuela Carmen entró
en la habitación del pequeño
y le dijo:
-¿Por qué lloras mi chiquitín?
-Ay abuela-dijo hecho un mar
de lágrimas-no se como ha
pasado, pero alguien me ha
quitado uno de los calcetines
que me regalaste.
-Ya se que te gustaban
mucho, pero seguro que ese
calcetín está ahora en un
lugar mucho mejor.
-Pero abuela-dijo
gimoteando- ¿Cómo puedes
decir eso?
-Porque esos calcetines que
te regalé, son mágicos y llevan
la buena suerte a aquel que le
hace falta. Tu ahora solo
tienes uno, porque en algún
lugar del mundo, hay otro
niño al que le hace falta tener
más suerte que tú.
-Entonces abuela, ¿este
también se marchará?
-Puede hacerlo, a menos que
me prometas dejar de llorar y
vuelvas al colegio con tus
amigos. ¿Lo prometes?
-Lo prometo abuela.
Cuando un calcetín se pierda
y no puedas dar con su
paradero, recuerda que
quizás esté ayudando a
alguien a resolver sus
problemas.
niños que era incapaz de salir
de casa sin llevar puestos
unos calcetines que le había
regalado su abuela. Eran tan
bonitos y calentitos, que al
pequeño le encantaba
llevarlos a todas partes, para
enseñárselos a sus amigos.
Un buen día, cuando su
mamá se los llevó para
lavarlos en la lavadora, uno de
los calcetines desapareció sin
dejar rastro. Enterado de la
noticia, el pobre Carlitos se
puso tan triste, que se
negaba a salir de casa, hasta
que volviera a aparecer su
calcetín perdido. A tal grado
llegó su disgusto, que sus
padres tuvieron que llamar a
su abuela, para que intentara
convencerle.
Tras descansar de su largo
viaje, la abuela Carmen entró
en la habitación del pequeño
y le dijo:
-¿Por qué lloras mi chiquitín?
-Ay abuela-dijo hecho un mar
de lágrimas-no se como ha
pasado, pero alguien me ha
quitado uno de los calcetines
que me regalaste.
-Ya se que te gustaban
mucho, pero seguro que ese
calcetín está ahora en un
lugar mucho mejor.
-Pero abuela-dijo
gimoteando- ¿Cómo puedes
decir eso?
-Porque esos calcetines que
te regalé, son mágicos y llevan
la buena suerte a aquel que le
hace falta. Tu ahora solo
tienes uno, porque en algún
lugar del mundo, hay otro
niño al que le hace falta tener
más suerte que tú.
-Entonces abuela, ¿este
también se marchará?
-Puede hacerlo, a menos que
me prometas dejar de llorar y
vuelvas al colegio con tus
amigos. ¿Lo prometes?
-Lo prometo abuela.
Cuando un calcetín se pierda
y no puedas dar con su
paradero, recuerda que
quizás esté ayudando a
alguien a resolver sus
problemas.
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