necesito un cuento con palabras interrogativas y exclamativas
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El libro mágico.
Había una vez un niño llamado Juan. Él cumplía años el tres de septiembre y estaba esperando que llegue el día para ver los regalos que recibía.
Los días anteriores a la fiesta, Juan ayudó a su mamá a decorar la torta, compraron globos de colores y prepararon toda clase de comidas dulces.
El día llegó, fue un día maravilloso para el niño: jugó con sus amigos y sus primos, comió muchísimos dulces, y sopló las velitas.
Al finalizar la fiesta, comenzó a abrir los regalos. Entre estos había juguetes, ropa, pelotas y otras cosas muy bonitas. Pero lo que más le llamó la atención era un regalo que estaba envuelto en un papel dorado brillante. Lo abrió muy contento y encontró un libro.
Como a Juan no le gustaba leer, se desilucionó y dejó en un rincón al libro y siguió abriendo los demás regalos.
Al llegar la noche, la mamá tomó el libro y lo dejó sobre la mesa de luz de su hijo y le recomendó que lo leyera ya que siempre en los libros se encuentran cosas mágicas.
Juan no le hizo caso a la madre y lo revoleó contra la pared. En ese momento, se escuchó una voz.
- ¿ Por qué me tratas así ? Yo no te hice nada.
El nene se sorprendió y empezó a mirar para todos lados. Hasta que se dió cuenta que el libro era el que hablaba. Se acercó y lo miró asombrado y le preguntó.
- ¿ Tú hablas? Los libros no pueden hablar.
- ¡Claro que sí! ¿ No me estás escuchando ? Yo soy un libro mágico y puedo hablar.
- ¿ Y qué más haces además de hablar?
El libro le contestó y dijo:
- Abreme y verás.
Juan le hizo caso y abrió el libro. De repenté sintió que se transladaba a un mundo mágico, donde había duendes, princesas, castillos de cristal, casas de chocolate y otras cosas maravillosas. Mientras caminaba por el lugar, Juan escuchaba la voz del libro, que le iba contando historias maravillosas que sucedían en el lugar. Él lo escuchaba con mucha atención, estaba feliz de estar allí.
¡ Qué lindo lugar! ¡ Qué hermoso! Decía Juan cada por tres.
Pero en un momento se empezaron a escuchar unos gritos. Él se acercó a una casa que veía desde lejos. Una vez en la puerta pudo ver que un niño le gritaba a su madre:
-¡Noooo! Yo no quería un libro de regalo. Yo quería el juego de play que te había pedido. No me gustan los libros y no me van a gustar jamás. ¡Son horribles!
El libro mágico le comenzó a explicar que en luagres de su mundo mágico y en el mundo real , el de Juan, existían muchos niños que no les gustaba leer, que no creían que las historias podrían divertirlos, generarles cosas lindas. Y que cada vez que uno de ellos se negaba a abrir un libro, este perdía sus poderes mágicos ya que nadie lo abriría.
Entonces Juan le dijo que no podía permitir que esto ocurriera. Entonces, se entró a la casa y le demostró al niño que los libros eran maravillosos, que los transladaban a historias hermosas, que podría ver atravez de ellos cosas increíbles. En un momento le dijo.
- Ven, vamos a comprobarlo.
- Bueno. Pero vas a ver que yo tengo razón, los libros no son divertidos, no sirven para nada, solo para aburrirte.
Juan tomó el libro y lo abrieron juntos. Enseguida se encontraron los dos en otro mundo mágico.
El otro niño se quedó sorprendido y dijo.
- ¡ Increíble! ¡ Qué bueno! ¡ Qué maravilla!
- ¿ Viste? Yo te lo dije.
Los dos empezaron a recorrer el mundo mágico y se divirtieron mucho.
Al llegar a la noche la voz del libro dijo que ya era tarde y que debían volver a su mundo, pero que se quedarán tranquilos que todos los días podrían volver solo abriendo distintos libros.
Cuando Juan regresó a su habitación no podía creer lo que había pasado. Al pasar unos minutos llamó a su mamá:
- ¡ Mamá! ¡ Mamá!
- ¿ Qué pasa hijo?
- Sí, tenías razón. En los libros se encuentran cosas mágicas, maravillosas, fantásticas. Gracias por decirmelo y perdón por no creerte. ¡ Te quiero!
A partir de ese día, Juan nunca más rechazó un libro. Lo mismo sucedió con su amigo. Entre los dos comenzaron a explicarle a los demás que los libros eran mágicos y que deberían probar abrirlos. De esta manera nunca más un libro perdió sus poderes mágicos.
Había una vez un niño llamado Juan. Él cumplía años el tres de septiembre y estaba esperando que llegue el día para ver los regalos que recibía.
Los días anteriores a la fiesta, Juan ayudó a su mamá a decorar la torta, compraron globos de colores y prepararon toda clase de comidas dulces.
El día llegó, fue un día maravilloso para el niño: jugó con sus amigos y sus primos, comió muchísimos dulces, y sopló las velitas.
Al finalizar la fiesta, comenzó a abrir los regalos. Entre estos había juguetes, ropa, pelotas y otras cosas muy bonitas. Pero lo que más le llamó la atención era un regalo que estaba envuelto en un papel dorado brillante. Lo abrió muy contento y encontró un libro.
Como a Juan no le gustaba leer, se desilucionó y dejó en un rincón al libro y siguió abriendo los demás regalos.
Al llegar la noche, la mamá tomó el libro y lo dejó sobre la mesa de luz de su hijo y le recomendó que lo leyera ya que siempre en los libros se encuentran cosas mágicas.
Juan no le hizo caso a la madre y lo revoleó contra la pared. En ese momento, se escuchó una voz.
- ¿ Por qué me tratas así ? Yo no te hice nada.
El nene se sorprendió y empezó a mirar para todos lados. Hasta que se dió cuenta que el libro era el que hablaba. Se acercó y lo miró asombrado y le preguntó.
- ¿ Tú hablas? Los libros no pueden hablar.
- ¡Claro que sí! ¿ No me estás escuchando ? Yo soy un libro mágico y puedo hablar.
- ¿ Y qué más haces además de hablar?
El libro le contestó y dijo:
- Abreme y verás.
Juan le hizo caso y abrió el libro. De repenté sintió que se transladaba a un mundo mágico, donde había duendes, princesas, castillos de cristal, casas de chocolate y otras cosas maravillosas. Mientras caminaba por el lugar, Juan escuchaba la voz del libro, que le iba contando historias maravillosas que sucedían en el lugar. Él lo escuchaba con mucha atención, estaba feliz de estar allí.
¡ Qué lindo lugar! ¡ Qué hermoso! Decía Juan cada por tres.
Pero en un momento se empezaron a escuchar unos gritos. Él se acercó a una casa que veía desde lejos. Una vez en la puerta pudo ver que un niño le gritaba a su madre:
-¡Noooo! Yo no quería un libro de regalo. Yo quería el juego de play que te había pedido. No me gustan los libros y no me van a gustar jamás. ¡Son horribles!
El libro mágico le comenzó a explicar que en luagres de su mundo mágico y en el mundo real , el de Juan, existían muchos niños que no les gustaba leer, que no creían que las historias podrían divertirlos, generarles cosas lindas. Y que cada vez que uno de ellos se negaba a abrir un libro, este perdía sus poderes mágicos ya que nadie lo abriría.
Entonces Juan le dijo que no podía permitir que esto ocurriera. Entonces, se entró a la casa y le demostró al niño que los libros eran maravillosos, que los transladaban a historias hermosas, que podría ver atravez de ellos cosas increíbles. En un momento le dijo.
- Ven, vamos a comprobarlo.
- Bueno. Pero vas a ver que yo tengo razón, los libros no son divertidos, no sirven para nada, solo para aburrirte.
Juan tomó el libro y lo abrieron juntos. Enseguida se encontraron los dos en otro mundo mágico.
El otro niño se quedó sorprendido y dijo.
- ¡ Increíble! ¡ Qué bueno! ¡ Qué maravilla!
- ¿ Viste? Yo te lo dije.
Los dos empezaron a recorrer el mundo mágico y se divirtieron mucho.
Al llegar a la noche la voz del libro dijo que ya era tarde y que debían volver a su mundo, pero que se quedarán tranquilos que todos los días podrían volver solo abriendo distintos libros.
Cuando Juan regresó a su habitación no podía creer lo que había pasado. Al pasar unos minutos llamó a su mamá:
- ¡ Mamá! ¡ Mamá!
- ¿ Qué pasa hijo?
- Sí, tenías razón. En los libros se encuentran cosas mágicas, maravillosas, fantásticas. Gracias por decirmelo y perdón por no creerte. ¡ Te quiero!
A partir de ese día, Juan nunca más rechazó un libro. Lo mismo sucedió con su amigo. Entre los dos comenzaron a explicarle a los demás que los libros eran mágicos y que deberían probar abrirlos. De esta manera nunca más un libro perdió sus poderes mágicos.
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