Tecnología y Electrónica, pregunta formulada por HushiAisawa, hace 4 meses

necesito saber argumentos para aprender a ddiseñar anime y comvertirme en una ilustradora exitosa

Respuestas a la pregunta

Contestado por avrilvillalba
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Respuesta:

Qué es Argumento:

Un argumento es un razonamiento que se emplea para demostrar o probar que lo que se dice o afirma es cierto, o para convencer al otro de algo que aseveramos o negamos. La palabra, como tal, proviene del latín argumentum.

En este sentido, el argumento siempre busca persuadir a la otra persona sobre la veracidad de lo que decimos. Por esta razón, para que sea convincente, debemos procurar que nuestro argumento sea coherente, sólido y sin contradicciones que puedan afectar su credibilidad. De allí que se diga que un buen argumento debe estar siempre blindado, es decir, sin puntos débiles, para enfrentar réplicas y refutaciones.

Por otro lado, como argumento también se designa, en el ámbito de la literatura, el teatro y la cinematografía, el conjunto de situaciones, hechos, acciones o episodios que tienen lugar en el transcurso de una narración, ya sea literaria, dramática o fílmica. En este sentido, por extensión, se puede también denominar como argumento el resumen de una obra literaria o de una película.

Argumento de autoridad

Argumento lógico

Argumento deductivo

Argumento inductivo

Explicación: este es de dibujo

LA Semana Santa, en su faceta cofradiera, desentraña una realidad tan determinante que es muy difícil desviarse - cuando no, renunciar - de sus contundentes y complejas circunstancias. Además, los valedores, turiferarios y diversos especímenes que deambulan a su alrededor, convertidos en garantes de unos postulados, muchas veces impuestos por ellos mismos, casi siempre vacíos de propiedad y totalmente equivocados, condicionan las nuevas inquietudes que puedan surgir por no responder a sus interesados planteamientos, basados en aspectos de la más inamovible tradición representativa. Por todo lo cual, no es habitual que los artistas se inclinen por una pintura sobre la Semana Santa, y la poca que ha existido, salvo honrosas excepciones, mejor es olvidarla; son los condicionantes de una representación cofradiera de la que se quiere seguir manteniendo sus adocenados registros en aras de unos esplendores tradicionales que, curiosamente, han sido definidos por estos abanderados de sus propios canónicos argumentos.

Precisamente es Miguel Ángel Segura uno de los pocos que, en estas latitudes, ha puesto un mayor énfasis en romper con los ultramontanos e inamovibles esquemas de la pintura sobre Semana Santa - también, José Manuel Reyes, uno de los mejores en este aspecto, ya lo llevó a cabo en una espléndida y recordada exposición en la sala de Diario de Jerez-. El pintor y escultor jerezano ha demostrado, sobre todo, con sus carteles del Tabanco, que para ilustrar la Semana Santa existen infinitas maneras, con elementos nuevos, que se aparten de los desenlaces artísticos al uso y que pueden aportar mucha claridad y más frescura a los episodios viciados de una faceta plástica necesitada de ideas nuevas.

La muestra de Miguel Ángel Segura en la Sala Compañía - probablemente una de las más escasas posibilidades expositivas de todas cuantas posee el Ayuntamiento, aunque, viendo cómo se está desarrollando la programación municipal, y cómo se están ocupando los espacios existentes, cualquier mínimo lugar se puede considerar adecuado - responde a los buenos argumentos pictóricos de un artista con un conocimiento y unas facturas fuera de lo común, sobre todo, en lo que respecta a su determinante, valiente, delicado y arriesgado dibujo. Siguiendo los más acentuados esquemas de la tradición formal - aquí la tradición no debe ser tomada como algo manido y sin horizontes abiertos, sino como aquellas posiciones formales y estéticas con los registros que tenían lugar en el arte de siempre -, el autor nos presenta una galería de rostros de los Cristos de la Semana Santa de Jerez, algunos de los que forman el desarrollo de las estaciones del vía crucis. Pero, Miguel Ángel Segura no se queda en la exacta traslación de la imagen al papel de forma, más o menos, fotográfica - quizás lo que suscitaría una mayor admiración entre los muchísimos amantes de estas cosas de cofradías -, sino que realiza una estructuración tremendamente atractiva, suspendiendo la línea compositiva general y abriendo el horizonte de la forma representada. Un dibujo perfecto acondiciona la realidad ilustrada posibilitando dos momentos perfectamente diferenciados pero sin romper la estructura argumental. En una parte, al dibujo se le añade un mínimo aporte cromático que potencia la expresividad del modelo y genera esa absoluta fidelidad a la imagen que se aprecia en cada una de las dieciocho obras expuestas; por otro lado, y sin solución de continuidad, la línea dibujística y conformadora se abre, se hace más libre, más espontánea, más rápida y contundente, lo que dota de infinita frescura al conjunto de la composición y da un aire resuelto y de valentía a una imagen que no pierde, absolutamente, nada de su primitivo origen representativo.

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