Geografía, pregunta formulada por anaaaaaaaa88, hace 1 año

necesito por favor la biografía de los bosques de ezeiza​

Respuestas a la pregunta

Contestado por vlabusinesscompany
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Respuesta:

Había una vez unas piletas populares en medio de los bosques de Ezeiza. De agua dulce y agua salada. Rebalsaban de familias obreras. Había juegos para los más chicos. Los más grandes, jugaban a las cartas, hacían un asadito, escuchaban por la radio los partidos del domingo o dormían una siesta al aire libre. El predio y sus piletas fueron inauguradas por el presidente Juan Domingo Perón y el ministro de Obras Públicas, Juan Pistarini, el 21 de enero de 1950 para que el descanso y la recreación también estuviesen garantizados por el Estado. Y para que ese derecho nadie se lo pudiera quitar a la clase trabajadora. La obra fue realizada al mismo tiempo que el Aeropuerto Internacional y ambas estaban pensadas para la posteridad. Sin embargo la dictadura del 55’ se ensañó tanto con Perón y con lo popular que no sólo vació las piletas: el predio fue destruido y luego abandonado.

Pasaron décadas. Y gobiernos. Democráticos y dictatoriales. Ninguno hizo nada. La naturaleza sí: montó una selva y el lugar se volvió intransitable o sólo apto para aventureros. Incluso, en los noventa, estuvo cerca de ser privatizado. Pero en 2008 el Estado decidió recuperar esas 450 hectáreas y, para ello, a través del Ministerio de Desarrollo se convocó a más de 300 cooperativistas de FECOOTRAUN Florencio Varela. Los primeros días fueron con machete en mano, desmalezando, y topándose con ciervos, víboras e incluso un puma. El esfuerzo derivó en la reinauguración de las piletas en 2014. El orgullo de mujeres y hombres cooperativistas por la transformación y recuperación que lograron a base de trabajo y esfuerzo es una historia poco conocida. Como también el presente que entristece: el actual gobierno decidió volver al 55 y las piletas otra vez están vacías.

Era una selva intransitable. Víboras, ciervos, hasta un puma. Hoy hay piletas, parrillas, juegos infantiles, albergues con capacidad para 650 personas. Se dictan capacitaciones en carpinteria, aluminio, herrería, madera, bloquera, premoldeado, vivero y huerta. Hay mucho verde. El paraíso aquí nomás.

“El primer día vinimos 32 compañeros sin saber lo que nos íbamos a encontrar. Esto era todo monte: había ciervos colorados, iguanas, monos. Bajamos del camión y entramos a la selva. Primero había que abrir las calles, y trabajamos varios meses con hacha y machete. En una de las piletas, por ejemplo, había un pino grandísimo. Y uno de los primeros días, estábamos desmalezando y nos apareció un puma: salimos rajando”, recuerda Marcos Farías, de la cooperativa Vuelta a la Vida y uno de los referentes de este descomunal trabajo que tanto orgullo les da a todos los que participaron: “Fue una gratificación muy grande restaurar el lugar: cuando empezaron a venir los chicos, cuando venían las familias y uno traía la suya también”. Ya en 2012 más de dos millones de personas habían disfrutado de las instalaciones. Esa selva intransitable, con el trabajo invalorable del cooperativismo, se iba transformando en un gran centro recreativo. Además de la rehabilitación de las zonas boscosas, remoción de árboles caídos, sembrados de nuevos árboles, también se construyeron más de 500 parrillas, mesas, bancos, juegos infantiles y se volvieron a poner en funcionamiento cuatro albergues, con capacidad para 650 personas. Aparte se inauguró un moderno centro de exposiciones.  

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