Necesito como deletrear oraciones de cacique lempira
Respuestas a la pregunta
Esta es la figura más alta de toda la historia
sangrienta y macabra de nuestra conquista.
Él se alza nimbado de gloria
por sobre los Andes, en la más enhiesta
y elevada arista.
Él fue la protesta
de la raza toda, tenaz y porfiada.
Era irreductible. Su espíritu altivo
no admitía medios ni conciliaciones.
Valeroso y joven, fornido y terrible,
amaba a su tierra
y nunca dio oído a tratos de paz.
Decía: “¡Libertad o muerte! la guerra
no debe cansar nunca a enteros varones
y el triunfo es de aquellos que resistan más”.
¡Hombres de mi raza, no se rinden; mueren
mueren como ha muerto ya Tecún Umán,
y mueren matando, como en Cuzcatlán
Atlacatl ha muerto; mientras tengan vida
y armas tengan, hieran!
¡Venid a tomarnos, vosotros de los rostros fieros,
truenen vuestros rayos; que vuestros aceros
se hundan en los pechos! ¡Con la frente erguida
caeremos cadáveres más no prisioneros…!
Y herían los aires sonoros vocablos
y en copiosas lluvias, piedras y venablos.
Las huestes iberas,
aquellos soldados feroces, hoscos y bravíos
que habían sembrado la muerte, quemando comarcas enteras,
que habían teñido de sangre los ríos;
veían pasarse los días, los meses, en vanas esperas,
sin que hubiera medio de vencer al bravo
que altivo, prefirió mil veces,
morir como libre que vivir esclavo!
Y los españoles,
los aventureros, sin Dios y sin ley,
pasaban los días frente a los peñoles
mirando agotarse su mermada grey.
Entonces —¡Vergüenza de la estirpe hispana,
vergüenza de todos los siglos, baldón
de los estandartes de Castilla y León!
se pensó en vencerlo de manera insana
por las malas artes de negra traición.
¡Sólo así se pudo reducir a nada
tanta valentía! ¡Sólo así se pudo!
Mas Rodrigo Díaz del Vivar, El Cid,
hubiera hecho trizas su yelmo y su escudo;
hubiera hecho trizas su invencible espada,
ante la ignominia del infame ardid.
Mengua al español
que un día nefasto, bajo el sol de América
frente a un primitivo y agreste peñol
manchó la pureza de la gloria ibérica.
¡Loor a Lempira! ¡Baluarte postrero
de las libertades, su flecha nos traza
la ruta de gloria, nos dice el sendero
que seguir debemos contra el mundo entero,
en defensa augusta de tierra y de raza.