Filosofía, pregunta formulada por leo4847, hace 7 meses

necesito ayuda en esto PLATON – República, Carta VII, Alegoría de la Caverna

-Ahora, continué, imagínate nuestra naturaleza, por lo que se refiere a la ciencia y a la

ignorancia, mediante la siguiente escena. Imagina unos hombres en una habitación

subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran

en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de

tal manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que

está delante de ellos. La luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancterreno. Entre ese fuego y los prisioneros, hay un camino

elevado, a lo largo del cual debes imaginar un pequeño muro semejante a las barreras que

los ilusionistas levantan entre ellos y los espectadores y por encima de las cuales muestran

sus prodigios.

-Ya lo veo, dijo.

-Piensa ahora que a lo largo de este muro unos hombres llevan objetos de todas clases,

figuras de hombres y de animales de madera o de piedra, y de mil formas distintas, de

manera que aparecen por encima del muro. Y naturalmente entre los hombres que pasan,

unos hablan y otros no dicen nada.

-Es esta una extraña escena y unos extraños prisioneros, dijo.

-Se parecen a nosotros, respondí. Y ante todo, ¿crees que en esta situación verán otra

cosa de sí mismos y de los que están a su lado que unas sombras proyectadas por la luz

del fuego sobre el fondo de la caverna que está frente a ellos?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por armando12duarte
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Respuesta:

Explicación:

1. “Los pensadores autoritarios han asumido por conveniencia la existencia de una naturaleza

humana, a la cual consideraron fija e inmutable. Esta presunción les sirvió para demostrar

que tanto sus sistemas éticos como sus instituciones sociales eran necesarios e inmutables

por estar edificados sobre la alegada naturaleza del hombre. No obstante, aquello que ellos

consideraron como la naturaleza del hombre fue un reflejo de sus normas –e intereses- y no

el resultado de una investigación objetiva. Es, por lo tanto, explicable que los progresistas

celebraran los hallazgos de la Antropología y de la Psicología que en contraste parecen

establecer la infinita maleabilidad de la naturaleza humana”.

2. “La realidad es que hasta el presente habrá que confirmar en esa misma costa de Brasil si

esta “lucha” ya ha sido ganada por los crustáceos que tienen tenazas y han logrado

exterminar en esa “guerra” a los olfateadores. Además, cabe la pregunta: cuando se

extingan los olfateadores, ¿no más bien quedara una sola “especie” de esos crustáceos, con

lo cual la “selección natural” ha actuado en contra de la “variación de especies o

variedades”, que es lo que supuestamente quiere probar?”.

3. “Es casi una convicción común que la pureza consiste simplemente en mantenerse

separado de todo lo que concierne al sexo, por considerar como un hecho comprobado que

todas esas cuestiones son por si mismas impuras. Hay pocas personas que, después de

madura reflexión, enunciarían ese postulado en alta voz; en muchas, sin embargo, se

encuentra como presente más allá de la conciencia. Podemos ver sin dificultad que esa

posición hace imposible la pureza desde su mismo inicio. La hace imposible, porque hay

que tener en cuenta que, al juzgarla de modo realista, es necesario unir de modo estricto

pureza y purificación, y la purificación no tiene sentido más que en la medida en que a

través de ella sea posible alcanzar una base sana”.

4. “Del mismo modo puede también atribuirse al psicoanálisis una de las citadas virtudes, a

saber, la objetividad. Porque ¿qué otra virtud puso a Sigmund Freud en condiciones de

mirar, como Edipo, a los ojos de la esfinge (del alma) y descifrar su enigma, a riesgo de

percibir algo doloroso y desagradable en grado sumo? En su tiempo era esto algo

exorbitante, y exorbitantes fueron en consecuencia sus logros”.

5. “La unidad de lo somático y lo psíquico no constituye, sin embargo, la integridad del hombre.

La integridad del hombre incluye un tercer elemento: lo espiritual. Pero la medicina llega

hasta este ámbito: osa internarse en el en forma de eso que se llama psicoterapia.

Naturalmente esto no vale para una psicoterapia psicologista: esta no consigue dar con lo

espiritual como esfera independiente y esencialmente diversa de lo anímico, ya que la

psicoterapia psicologista es aquella que desconoce tal independencia; por eso resbala

dejando de lado lo espiritual y, al fin, siempre va a parar a lo anímico. De ahí que la

exigencia de apreciar en lo justo dentro de la medicina el elemento espiritual del hombre

solo pueda cumplirla una psicoterapia que arranque <<de lo espiritual>> -que es la

definición que yo propongo de la logoterapia- o una psicoterapia orientada <<hacia lo

espiritual>> -que es como yo defino el análisis existencial”.

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