Castellano, pregunta formulada por yuliana4762, hace 1 año

necesito ayuda con un cuento corto por favor ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por molinagarciavalerias
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Respuesta:

Había una vez un hombre muy rico que contaba con muchas propiedades en la ciudad donde vivía, hermosos objetos de oro y playa y muebles muy finos, entre otros lujos que fácilmente, podrían haberle hecho conseguir esposa en un santiamén. Sin embargo había un problema: tenía una barba larga y de color azul que lo volvía muy feo a ojos de todas las jóvenes casaderas.

Por esto, todos lo conocían por el nombre de Barba Azul y no había muchas personas que se atrevieran a acercarse a él. Y es que, además, era bien sabido que en el pasado, se había casado con varias mujeres de las que nada había vuelto a saberse.

Un día, Barba Azul se dirigió a una de sus vecinas, la cual tenía dos hijas muy hermosas. Le pidió una en matrimonio y la mujer le dijo que escogiera la que le gustara más.

 

Las hermanas, muy asustadas, no querían casarse con él.

Pero Barba Azul, para conocerlas mejor, las invitó a pasar unos días en su caza con algunas de sus amigas, para que se divirtieran entre banquetes, salidas a cazar o al lago. Luego de pasarla tan bien aquellos días y de ver todas las riquezas que poseía, a la menor de las hermanitas le pareció que aquel hombre no era tan feo.

Decidió que sería ella la que se casara con él y las bodas se llevaron a cabo, por todo lo alto.

Un mes después, Barba Azul le anunciaba que debía viajar fuera de la ciudad por negocios, pero que ella podía quedarse en casa e invitar a quien quisiera. También le dio las llaves de la casa, indicándole para que era cada una.

—Puedes usarlas para entrar en donde quieras —le dijo—, excepto esta pequeñita de aquí. Esta es la llave de un gabinete al que solo puedo entrar yo. Te prohíbo que te asomes a él. Si lo haces, ¡ay de ti! Porque no vas a poder escapar de mi furia.

La muchacha le prometió que no lo abriría y dicho esto, Barba Azul se marchó de viaje.

Su esposa invitó entonces a todas sus vecinas y sus amistades para que disfrutaran en su ausencia, y todas la pasaron muy bien. Ella les fue enseñando cada una de las habitaciones de la enorme casa en donde vivía, abrió los aparadores para sacar las vajillas de oro y plata y también las galerías, que estaban llenas de obras de arte.

—¿Y qué hay detrás de esa puerta? —le preguntó una de sus amigas, señalando el gabinete prohibido.

—No lo sé, mi esposo me ha prohibido entrar ahí —respondió ella.

Y aunque las damas no le dieron importancia y continuaron con el recorrido, la joven no pudo dejar de pensar en ello y se preguntó que habría en la habitación secreta de su marido. La duda se plantó en ella con tal intensidad, que fue incapaz de pensar en otra cosa durante todo el día.

Finalmente, se decidió a echar un vistazo…

Explicación:

Contestado por GlendaFigueroa
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Respuesta:

* LA CENICIENTA*

Autor:

Charles Perrault.

Valores:

bondad

Érase una vez un hombre bueno que tuvo la desgracia de quedar viudo al poco tiempo de haberse casado. Años después conoció a una mujer muy mala y arrogante, pero que pese a eso, logró enamorarle.

Ambos se casaron y se fueron a vivir con sus hijas. La mujer tenía dos hijas tan arrogantes como ella, mientras que el hombre tenía una única hija dulce, buena y hermosa como ninguna otra. Desde el principio las dos hermanas y la madrastra hicieron la vida imposible a la muchacha. Le obligaban a llevar viejas y sucias ropas y a hacer todas las tareas de la casa. La pobre se pasaba el día barriendo el suelo, fregando los cacharros y haciendo las camas, y por si esto no fuese poco, hasta cuando descansaba sobre las cenizas de la chimenea se burlaban de ella.

- ¡Cenicienta! ¡Cenicienta! ¡Mírala, otra vez va llena de cenizas!

Pero a pesar de todo ella nunca se quejaba.

Un día oyó a sus hermanas decir que iban a acudir al baile que daba el hijo del Rey. A Cenicienta le apeteció mucho ir, pero sabía que no estaba hecho para una muchacha como ella.

Planchó los vestidos de sus hermanas, las ayudó a vestirse y peinarse y las despidió con tristeza. Cuando estuvo sola rompió a llorar de pena por no poder ir al baile. Entonces, apareció su hada madrina:

- ¿Qué ocurre Cenicienta? ¿Por qué lloras de esa manera?

- Porque me gustaría ir al baile como mis hermanas, pero no tengo forma.

- Mmmm… creo que puedo solucionarlo, dijo esbozando una amplia sonrisa.

Cenicienta recorrió la casa en busca de lo que le pidió su madrina: una calabaza, seis ratones, una rata y seis lagartos. Con un golpe de su varita los convirtió en un magnífico carruaje dorado tirado por seis corceles blancos, un gentil cochero y seis serviciales lacayos.

- ¡Ah sí, se me olvidaba! - dijo el hada madrina.

Y en un último golpe de varita convirtió sus harapos en un magnífico vestido de tisú de oro y plata y cubrió sus pies con unos delicados zapatitos de cristal.

- Sólo una cosa más Cenicienta. Recuerda que el hechizo se romperá a las doce de la noche, por lo que debes volver antes.

Cuando Cenicienta llegó al palacio se hizo un enorme silencio. Todos admiraban su belleza mientras se preguntaban quién era esa hermosa princesa. El príncipe no tardó en sacarla a bailar y desde el instante mismo en que pudo contemplar su belleza de cerca, no pudo dejarla de admirar.

A Cenicienta le ocurría lo mismo y estaba tan a gusto que no se dio cuenta de que estaban dando las doce. Se levantó y salió corriendo de palacio. El príncipe, preocupado, salió corriendo también aunque no pudo alcanzarla. Tan sólo a uno de sus zapatos de cristal, que la joven perdió mientras corría.

Días después llegó a casa de Cenicienta un hombre desde palacio con el zapato de cristal. El príncipe le había dado orden de que se lo probaran todas las mujeres del reino hasta que encontrara a su propietaria. Así que se lo probaron las hermanastras, y aunque hicieron toda clase de esfuerzos, no lograron meter su pie en él. Cuando llegó el turno de Cenicienta se echaron a reír, y hasta dijeron que no hacía falta que se lo probara porque de ninguna forma podía ser ella la princesa que buscaban. Pero Cenicienta se lo probó y el zapatito le quedó perfecto.

De modo que Cenicienta y el príncipe se casaron y fueron muy felices y la joven volvió a demostrar su bondad perdonando a sus hermanastras y casándolas con dos señores de la corte.

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