Narrador en tercera persona nesecito ejemplo
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TERCERA PERSONA:
El profesor desconocía cómo iba a acabar todo aquello, pero su compañero estaba en peligro, y no podía dejar que pagase por mis propios errores con su vida. Así que se adentró en la densa niebla vespertina de la estación de ferrocarril, en dirección al túnel. Un olor dulzón a sangre y vísceras provenía del mismo, inundando sus fosas nasales, abriéndose paso hacia su cerebro, a estas alturas paralizado por el miedo. Sus músculos estaba rígidos y un sudor frío recorría su espalda. Allí dentro, en la más opresiva oscuridad, un rugido gutural reverberaba en un eco terrorífico.
La razón le decía que no continuase. Que ya no podía hacer nada por aquel desdichado. El experimento no había resultado como el profesor había esperado, y ahora sentía que una terrible bestia amenazaba a la ciudad entera, por su culpa. No. Debía continuar hasta las últimas consecuencias, aunque su vida acabase en manos de aquella nauseabunda criatura. No había alternativa.
Unos pasos se escucharon al final del túnel, mientras sus pies avanzaban dubitativos, y sus manos empuñaban con fuerza aquel frío trozo de hierro, que había tomado momentos antes. Finalmente, al doblar un recodo se encontró frente a frente con aquel perverso y deforme ser. Y hubiese jurado que le sonreía, con sus fauces desencajadas y cubiertas de sangre. Era la hora de la verdad.
El profesor desconocía cómo iba a acabar todo aquello, pero su compañero estaba en peligro, y no podía dejar que pagase por mis propios errores con su vida. Así que se adentró en la densa niebla vespertina de la estación de ferrocarril, en dirección al túnel. Un olor dulzón a sangre y vísceras provenía del mismo, inundando sus fosas nasales, abriéndose paso hacia su cerebro, a estas alturas paralizado por el miedo. Sus músculos estaba rígidos y un sudor frío recorría su espalda. Allí dentro, en la más opresiva oscuridad, un rugido gutural reverberaba en un eco terrorífico.
La razón le decía que no continuase. Que ya no podía hacer nada por aquel desdichado. El experimento no había resultado como el profesor había esperado, y ahora sentía que una terrible bestia amenazaba a la ciudad entera, por su culpa. No. Debía continuar hasta las últimas consecuencias, aunque su vida acabase en manos de aquella nauseabunda criatura. No había alternativa.
Unos pasos se escucharon al final del túnel, mientras sus pies avanzaban dubitativos, y sus manos empuñaban con fuerza aquel frío trozo de hierro, que había tomado momentos antes. Finalmente, al doblar un recodo se encontró frente a frente con aquel perverso y deforme ser. Y hubiese jurado que le sonreía, con sus fauces desencajadas y cubiertas de sangre. Era la hora de la verdad.
eddydaniel2002:
Gracias lo q nececito
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