narraciones inventadas
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He aquí el relato del cazador y la liebre.
Héctor era el más hábil cazador de su pueblo, un día decidió salir a cazar a la liebre más rápida de todas, que era conocida como Centella. Héctor comenzó su día alistando todo su equipo para tal reto: limpió su rifle, pulió sus botas, consolidó sus provisiones y salió al amanecer en busca de Centella.
Centella por su parte, fanfarroneaba sobre su velocidad delante de las demás liebres, y siempre decía que nadie era más rápido que él. Nadie.
Mientras Centella saltaba por el bosque, divisó a lo lejos a un hombre alto que se movía con sigilo, no le dio importancia y siguió su camino.
Héctor logró divisar a Centella, la liebre más famosa del pastizal, era difícil apuntarle pues sus movimientos rápidos e impredecibles la hacían un blanco prácticamente imposible, contuvo la respiración, afinó la mirada y disparó.
Centella escuchó a lo lejos una detonación y fue a toda velocidad qué era lo que sucedía, y encontró a Hammer, la liebre que siempre hacía fechorías en el pastizal en su lecho de muerte, le habían disparado.
Moraleja: todas las liebres se parecen, y siempre se le puede disparar a la equivocada
Héctor era el más hábil cazador de su pueblo, un día decidió salir a cazar a la liebre más rápida de todas, que era conocida como Centella. Héctor comenzó su día alistando todo su equipo para tal reto: limpió su rifle, pulió sus botas, consolidó sus provisiones y salió al amanecer en busca de Centella.
Centella por su parte, fanfarroneaba sobre su velocidad delante de las demás liebres, y siempre decía que nadie era más rápido que él. Nadie.
Mientras Centella saltaba por el bosque, divisó a lo lejos a un hombre alto que se movía con sigilo, no le dio importancia y siguió su camino.
Héctor logró divisar a Centella, la liebre más famosa del pastizal, era difícil apuntarle pues sus movimientos rápidos e impredecibles la hacían un blanco prácticamente imposible, contuvo la respiración, afinó la mirada y disparó.
Centella escuchó a lo lejos una detonación y fue a toda velocidad qué era lo que sucedía, y encontró a Hammer, la liebre que siempre hacía fechorías en el pastizal en su lecho de muerte, le habían disparado.
Moraleja: todas las liebres se parecen, y siempre se le puede disparar a la equivocada
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