Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de
su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y
futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo
creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela,
por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.
Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy que dos y dos hacen
cuatro.
Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber
nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y
el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé,
cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero «quiero» saber. Lo quiero, y basta.
Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque
esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar
esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡Paradoja! los mentecatos y los
superficiales……………………………………………………..………………………..…...( )
a) Filosófico
b) Literario
c) Poético
d) Científico
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Explicación paso a paso:
Creo que es filosofíco creooo
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