Religión, pregunta formulada por camilamarinezv, hace 25 días

Motivos que llevaron a la mujer y al hombre a despreciar a dios​

Respuestas a la pregunta

Contestado por kellytapiaskt
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Respuesta:

la codicia

Explicación:

al querer tener el poder de Dios

Contestado por mamasusanita
0

Respuesta:

Explicación:

Para poder entender el misterio del pecado original haría falta entender la perfección de Adán. El Génesis indica su carácter con tres rasgos solamente, pero de un esplendor inconcebible: la inmortalidad corporal (si coméis de este fruto moriréis), el dominio soberano del instinto animal (estaban desnudos y no se sonrojaban) y una ciencia especial que daba imperio sobre el mismo reino animal (trajo Dios las bestias a Adán para que las denominara). El hombre paradisíaco era inmortal, y lo era en virtud de su íntima unión cognoscitiva con el Creador, es decir, en cuanto era un contemplativo de Dios. El relato pone también en relieve la familiaridad del hombre para con Dios, como la libertad que tiene el hijo con su padre. La felicidad de esta inocen­cia en la amistad de Dios estaba destinada a ser duradera, por cuanto el hecho de que la amenaza de muerte sea formulada (Gn 2,17), recordada (3,17) y sancionada (3,24) indican que el hombre estaba gratificado con el privilegio de la inmortali­dad. Pero este estado de inocencia e inmortalidad se encontraba condicionado por una prueba.

La prueba. Al hombre se le puso una condición: someterse al precepto divino que prohibía el comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, con la consecuente renuncia a tal conocimiento. El pecado descrito por el texto no es un pecado de gula ni un pecado sexual. El relato es particularmente claro: y la mujer vio que el árbol era bueno para comer y un deleite para los ojos y apetecible para lograr sabiduría (3,6). El texto quiere decir más de lo que simplemente dice. No hay fruto que esté dotado de tal atributo que nos haga sabios. Esas dos expresiones: “árbol de la ciencia del bien y del mal” y su capacidad de “dar sabiduría”, nos muestran a las claras que el pecado de Adán y Eva es un pecado “gnóstico”, es decir, de conocimiento, de soberbia intelectual. Todo el diálogo de la tentación hace referencia al plano espiritual del hombre: Eva ve que el fruto era deseable para adquirir inteligencia. La promesa de la serpiente es el conocimiento: vuestros ojos se abrirán. El resultado del pecado es un cono­cimiento: conocieron que estaban desnudos. El hombre será tentado precisamente en su apetito de conocer, por la serpiente, el animal misterioso que se conduce como una potencia hostil al hombre y a Dios, consumada en el arte del engaño del que hace víctima a la mujer (3,2-5).

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