Mitos de el pais de Argentina
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"Este es un país rico, cómo puede haber gente que tenga hambre". "Este es un país privilegiado, sólo hay que plantar una semilla y crece". "El mundo lo único que quiere es quedarse con nuestros recursos". La lista de viejas creencias populares que se siguen repitiendo década tras década, a veces con distintas palabras, puede continuar. ¿Creer o cuestionar?
Tras el impacto noticia del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, el debate sobre la apertura comercial volvió a agitarse y con eso refluyen actitudes políticas ya conocidas y algunos mitos argentinos, un catálogo de creencias subjetivas construidas y arraigadas durante más de un siglo.
No se trata solo de opinión pública, sino también de algunas manías reiteradas de la política exterior argentina, que tienen contacto con esas visiones popularizadas. Paola de Simone, MBA y profesora de la UBA, señala la existencia de cinco constantes en el manejo de la relación argentina con el mundo a lo largo de nuestra historia contemporánea, que valen tener en cuenta en el actual contexto.
Una de ellas es, precisamente, lo que define como "diagnóstico errado sobre los recursos". La afirmación tiene que ver con el cambio de paradigma de las ventajas comparativas hacia el más actual de las ventajas competitivas (basadas en el valor agregado y la innovación), un cambio que al parecer en el caso argentino no terminó de consumarse.
También está relacionada al error de diagnóstico de ignorar la diferencia entre el hecho de contar con los recursos o materias primas y el de tener la capacidad real de movilizarlos o capitalizarlos.
Un segundo clásico histórico es la "visión de un pasado perdido como oportunidad histórica". La oposición le reclama, al gobierno de turno, que durante su gestión no supo aprovechar las ventajas del contexto internacional.
En esas aguas, el sueño de 'Argentina granero del mundo' navega entre el mito viviente y el recuerdo de un pasado inconcluso.
De Simone marca otras tres constantes: la visión cortoplacista, la visión refundadora (cada gobierno es un nuevo comienzo) y un sentimiento de superioridad regional que hace creer, por ejemplo, que la Argentina puede desacoplarse de su principal y poderoso socio comercial, Brasil. A lo cual podría sumarse una también clásica tendencia al aislacionismo.
Más allá de ese diagnóstico, no se puede completar el cuadro sin mencionar el supuesto arraigado de que la Argentina es un país azotado por las importaciones, o que lo que sobra son exportaciones (entonces pongámosle impuestos).
Datos que aporta Marcelo Elizondo, consultor especializado en comercio internacional, confirman que "la Argentina ha sido por muchos años una economía muy cerrada". La participación del país en el comercio exterior durante 2018 (sumados bienes y servicios y agregadas exportaciones e importaciones) lo coloca entre las economías con menos incidencia del comercio exterior en su PBI.
El total de comercio internacional en el mundo representó 57,8% del producto global y para Argentina ese ratio alcanzó 31%, según su último informe.
En cuanto a importaciones de bienes y servicios, el país se ubicó a nivel latinoamericano detrás de México, Brasil, Venezuela y Chile.
La conclusión de ese trabajo es preocupante: la escasa inserción tiene que ver con deficiencias sistémicas y problemas de competitividad. Un desafío que Argentina no puede eludir ahora si apuesta a ganar nuevos mercados y avanzar en el acuerdo con la UE.
La política muchas veces busca convertirse en mito para sobrevivir. Pero si el mito se convierte en políticas, el costo puede ser alto y hasta insanable.
Explicación:
espero y te sirva de ayuda..