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¿Cual fue la censacion de primer vuelo con un amigo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Hace pocos días un amigo personal subía a un avión con la firme determinación de vencer su miedo a volar. Estaba a su lado y podía sentir el temor y la angustia que la experiencia le estaba provocando aún antes de ocupar su asiento.
En el grupo que lo acompañábamos estábamos al tanto de su aversión por los aviones y sabíamos que era un momento importante, decisivo, para superar este freno que le impidió hasta ahora viajar mas allá del coche o del tren. De esta experiencia dependía que en el futuro pudiera subirse solito y viajar donde le viniera en gana.
Nerviosismo, palpitaciones, ganas de salir corriendo del aeropuerto. Podía leerlo todo en sus ojos que no paraban de mirar de un lado al otro buscando una salida de emergencia que lo llevara directo a su casa. Pero se sobrepuso a sus miedos con algunos truquitos de quienes estábamos allí con él.
En primer lugar, tengo que destacar que el primer paso lo tiene que dar el interesado. Aquí no vale forzar situaciones, ni obligarle, ni chantajearle. Estamos hablando de gente adulta y llega un momento en que se siente confiado en sus propias fuerzas para superar el miedo. Podemos estar allí cuando compre su boleto, o llamarlo para felicitarle, pero sin presiones y por su propia voluntad.
Estábamos con él. No es una obviedad, una vez que él mismo tomó la decisión, sentirse apoyado en su "primera vez" (aunque seguramente no será la primera realmente, sino que habrá pasado por alguna mala experiencia o por intentos abortados) le dará un marco de contención y confianza en el cual puede mostrar sus sentimientos y encontrar soporte para superarlos.
El truco de la distracción. Estando en la puerta de embarque de un vuelo, el escenario es claro y será difícil que deje de mirar la puerta de acceso a la manga o el avión detrás de los cristales. Pero una buena charla, algunos chistes (no sobre aviones, vuelos ni pilotos, por favor) pueden distender el ambiente y llevar su mente a otros temas mas agradables por un momento.
Una buena conversación sobre un tema que le apasione podría ayudar a que se centre en su equipo de fútbol, en Bob Dylan, su mascota o el iPad, y se relaje.
Ya en el avión, es bueno que te sientes a su lado, pero déjale el asiento del pasillo para que tenga la sensación de dominio del espacio. Falsa, claro, porque todos estamos en el mismo lugar, pero es sólo éso: una "sensación" que puede colaborar a darle más seguridad.
Baja la cortina de la ventanilla desde el primer momento en que te sientes y hasta el final del vuelo, o hasta que él mismo te pida ver. Ojos que no ven...
En los minutos de carreteo y despegue, concéntrate en tu amigo. Si ves que se pone muy tenso, no dudes en sacarle conversación, comentar algo de la revista de vuelo o llevar algo en la mano para mostrarle. Pídele que respire profunda y lentamente. Hazlo con él. Los ruidos y sacudidas normales del avión en esas maniobras, no ayudan a un inicio tranquilo a quien teme volar. Aunque no se deba, ésto también se aplica al momento en que se explican las medidas de seguridad, uno de esos instantes en que hasta los más experimentados sienten un cosquilleo mientras se aseguran íntimamente que nunca necesitarán esas instrucciones.
Déjale que sienta. No intentes agobiarlo inventando una charla de la nada. Deja que se relaje cuando vea que ya está volando y sigue allí, que nada terrible ha ocurrido, que puede aflojar la tensión y dejarse llevar. Dale su tiempo de silencio o de concentración para que él mismo cree su imagen personal de lo que significa volar en avión.
Si crees que lo necesita, tómale la mano.
No le hables de seguridad ni de ingeniería aeronáutica. Si ha llegado hasta allí, es porque ya tiene toda la información que necesita.
El personal de vuelo está allí para ayudar. Está capacitado para manejar situaciones de ansiedad en caso que se escape de tus manos. De todas formas, si se siente mal, recuérdale que tú eres su amigo y que estás allí para pasar por ésto juntos.
Si la experiencia no resulta exitosa, ya sea porque no llegan a embarcar o porque a la llegada jura no volver a subirse a un avión, compréndelo, no te enfades ni te burles. Eres su amigo. Y si la experiencia sale bien, felicítalo porque lo ha logrado. No porque haya volado, sino porque se sobrepuso al miedo.
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