Ciencias Sociales, pregunta formulada por jhulliethcristancho8, hace 2 meses

menciona y explica dos cambios importantes en la hegemonía liberal ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por felipepapa10
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Respuesta:

¿La revolución?

Alfonso López Pumarejo fue un improbable líder revolucionario: era “un burgués progresista”, como lo llamaría cuarenta años más tarde su hijo Alfonso López Michelsen. Nieto de uno de los jefes de los artesanos de Bogotá durante la dictadura de Melo a mediados del siglo XIX, hijo de un exportador de café y banquero que a principios del XX llegó a ser uno de los colombianos más ricos de su tiempo, y banquero quebrado él mismo y hombre de negocios que se dio a la política cuando le fracasaron los negocios, como a todo el mundo en esos días de la Gran Depresión. Su gobierno, hecho de jóvenes liberales de izquierda, llegó en 1934 proponiendo reformas radicales basadas en la intervención resuelta del Estado, no sólo en lo político sino en lo económico y social. El propio presidente anunció en su discurso de posesión cambios impresionantes:

El deber del hombre de Estado es efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos.

Pero su Partido Liberal, salvo unas minoritarias vanguardias entusiastas de jóvenes intelectuales, periodistas, estudiantes y dirigentes sindicales, no estaba preparado para eso: seguía siendo mayoritariamente un partido caciquil de gamonales, de abogados y de terratenientes, como en los tiempos de Murillo Toro o del general Santander. Por eso López mismo, mediada su administración, tuvo que anunciar una “pausa” en las reformas. Pues pese a tener un Congreso homogéneamente liberal (el jefe conservador Laureano Gómez había ordenado la abstención electoral de su partido) este estaba hecho de liberales de muy distintos matices, “desde Manchester hasta el Frente Popular”: y eran más los de Manchester.

Así que las reformas anunciadas casi no pasaron del papel a la realidad de los hechos. Una reforma constitucional que aspiraba a “quebrarle las vértebras” a la Constitución teocrática y cuasimonárquica de 1886, pero que no pasó de ser —diría el propio López— “un compromiso entre la cautela y la audacia”; una reforma agraria que por enésima vez (desde el presidente de la Real Audiencia Venero de Leyva en el siglo XVI) proponía redistribuir la tierra, y tampoco esta vez lo consiguió: su famosa Ley 200 de 1936, sin llegar a aplicarse, se volvió “un criadero de demandas”, y a los pocos años fue revertida por la no menos famosa Ley 100 de 1944, bajo el segundo gobierno del mismo López Pumarejo; una reforma tributaria que por primera vez puso a los ricos a pagar impuesto de renta y patrimonio, como suma a los que ya pagaban los pobres: la alcabala sobre los “vicios populares” del tabaco y el aguardiente; una reforma laboral que consagraba el derecho a la huelga: una reforma de la educación universitaria.

Y finalmente la que encendió la más viva oposición del Partido Conservador, en el que los momificados notables de la Hegemonía habían sido desplazados por la jefatura única e imperiosa del senador Laureano Gómez: la reforma del Concordato con el Vaticano para protocolizar la separación de la Iglesia y el Estado. A la Santa Sede y al Papa Pío XII les pareció muy bien. A los conservadores colombianos no.

La oposición y la pausa

Por livianas al principio y casi sólo cosméticas que resultaran al final las reformas políticas y sociales impulsadas por la llamada Revolución en Marcha, el caso es que irritaron profundamente a los grandes propietarios del campo y a los industriales de las ciudades, enfurecieron al clero que veía recortados sus privilegios y su influencia, e indignaron por principio a los conservadores; y al mismo tiempo decepcionaron a los sectores populares y obreros, que esperaban mucho más de sus promesas. Por lo tanto la oposición al gobierno de López Pumarejo vino simultáneamente de tres vertientes: la derecha burguesa liberal, que se organizó en la APEN (Asociación Patriótica Económica Nacional) para defender la propiedad privada amenazada por la reforma agraria prometida: una especie de Mano Negra avant la lettre; la izquierda socialista, que el joven político Jorge Eliécer Gaitán quiso aglutinar en la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria); y el Partido Conservador. Las dos primeras fuerzas tuvieron corta vida institucional, y se diluyeron pronto de nuevo en los dos partidos tradicionales. Pero el conservatismo, unificado bajo la mano de hierro y la “disciplina para perros” de Laureano Gómez, inspirado en las doctrinas totalitarias del fascismo italiano y el nazismo alemán, y luego en el modelo hispánico del nacionalcatolicismo franquista, se endureció cada vez más a medida que el impulso reformista del gobierno se agotaba. Para 1938 la pausa en las reformas decretada por López se convirtió en programa de gobierno de su sucesor Eduardo Santos, cabeza de los liberales moderados.

 

Explicación:

espero que te ayude.


felipepapa10: es la revolucion y la oposición
jhulliethcristancho8: necesito el resumen :)))
felipepapa10: eee ese es el resumen solo copia la primera estrofa de cada una
felipepapa10: sorry solo saque esa información
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