menciona las estrategias que adoptan los estados latinoamericanos para afrontar la crisis de 1929
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Las economías latinoamericanas experimentaron un importante auge durante entre los años 2003-2007, que incluso pudiera considerarse vigente hasta 2008. En términos del crecimiento del producto, es el mayor desde el largo período de crecimiento de 1950-1974, aunque por la reducción en el ritmo de crecimiento de la población, el incremento del producto per cápita fue más alto que en el pico de crecimiento de 1967-1974: 4.1% anual contra 3.9.18 La inversión en los años recientes superó el nivel de ese pico anterior y resulta muy próximo a la tasa histórica de 1975-1980 (Ocampo, 2008). Es el más importante desde la implantación de las reformas neoliberales. El auge se debió a factores estructurales y de ninguna manera a las reformas neoliberales implementadas en los años ochenta y noventa del siglo pasado. Entre las razones que permiten explicar el auge vivido, se encuentran cuatro básicas: precios favorables para productos exportables latinoamericanos centrales –hidrocarburos, productos minerales y, en menor medida, agrícolas–; condiciones de financiamiento externo favorables, que se han reconocido como exuberancia financiera (Ocampo, 2007); elevados montos de remesas recibidas; y una política macroeconómica más eficiente que en el pasado.
El volumen del comercio mundial en los años de bonanza de este siglo aumentó a un ritmo de 9.3 y los precios de mercado de la producción mundial se incrementaron 3.8%. Hubo un incremento espectacular de los precios de los productos básicos, como no se había vivido en un siglo en términos de su duración y en su intensidad y extensión. De 2003 al segundo trimestre de 2008, los precios del petróleo pasaron de un índice de 193.7 a 860.7; los precios de los metales pasaron de 82.4 a 221.5 y los precios agropecuarios de 83.6 a 105 (Ocampo, 2009).
En relación con los flujos de capital el balance externo de las principales economías latinoamericanas muestra los cambios de mayor trascendencia: un notable aumento de las reservas internacionales, que pasaron de 6.6 puntos del PIB en 2001 a 12.3 en 2007, de las inversiones externas directas con un aumento de 2.1 puntos del PIB y de las inversiones de cartera que se duplicaron al pasar de 2.1 a 4.8 puntos del PIB; por el lado de los pasivos se observa una marcada reducción del endeudamiento que se contrajo de 14.3 puntos del PIB a 11.1 y de los pasivos de cartera accionarios que crecieron 10.4 puntos del PIB. Dadas estas circunstancias se experimentó un notorio auge de los mercados internos de capital que crecieron 15 puntos del PIB entre 2001 y 2007.
La exuberancia financiera permitió que las emisiones mensuales de bonos latinoamericanos en los mercados internacionales crecieran significativamente, observándose el mayor nivel entre el segundo semestre de 2006 y el primero de 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. En este boom de colocaciones de deuda 70% fueron privadas, las que tienen mayores costos y menores plazos que los bonos gubernamentales. Las grandes empresas privadas latinoamericanas se aprovecharon de las condiciones del mercado internacional de capitales para expandir sus operaciones, de los diferenciales de tasas de interés en los mercados domésticos y los internacionales, así como de la sobrevaluación de las monedas locales. Al desaparecer estas condiciones favorables, la posición financiera de las empresas que hicieron uso de esta fuente de fondeo se debilitó significativamente.
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