menciona 3 fuentes que nos permite conocer las acciones de los incas rebeldes
Respuestas a la pregunta
Respuesta:El interés de la crítica hacia la obra maestra del Inca Garcilaso ha ido aumentado en los últimos años2. El valor literario y de documento humano de los Comentarios Reales justifica este interés. Las páginas de este ensayo entienden poner de relieve, una vez más, el valor de dicha obra y también destacar su importancia como documento de un drama íntimo que atormentó durante toda su vida al Inca, origen de una particular concepción ética del honor y la fama.
La primera parte de los Comentarios apareció, como sabemos, cuatro años después de publicada La Florida, en 16093. Aprendemos, sin embargo, en la dedicatoria de la traducción de los Diálogos de amor al rey Felipe II4, que ya desde aquel entonces Garcilaso pensaba, además que en La Florida5, en la historia de un mundo que le interesaba más directamente, puesto que expresa la intención «de pasar adelante a tratar sumariamente de la conquista de mi Tierra, alargándome más en las costumbres y ritos y ceremonias della, y en sus antiguallas» que, como hijo de aquellas gentes, hubiera podido «decir mejor que otro que no lo sea»6. Cuando la idea primitiva tomó consistencia lo que hubiera debido ser prolongación de la historia de la conquista fue el primer tomo de una obra más extensa, que acabó por incluir también la Historia General del Perú.
Fue sobre todo la primera parte de los Comentarios Reales que despertó, en tiempos no muy lejanos, las más ásperas polémicas. Manuel González de la Rosa, en su animosidad hacia el Inca, llegó hasta negarle la paternidad de la obra7, fundando sus razones en el hecho de que había utilizado ampliamente, en varios pasajes de su narración, la Historia del Perú del jesuita Blas Valera, historia inédita, gran parte de la cual se había perdido en 1596, cuando el saco de Cádiz de parte de los ingleses.
Otra polémica particularmente áspera se armó en torno a la historicidad de la obra. Se llegó a pensar que todo el libro fuera únicamente parto de la fantasía del Inca, y que se debiera al propósito de éste de ensalzarse a sí mismo celebrando al pueblo del cual orgullosamente se proclamaba hijo. Les parecía extraño a muchos que existiese entre aquellos pueblos una civilización tan desarrollada cual la describía Garcilaso, exenta de barbarie, mientras los muchos cronistas de Indias habían descrito tantas, aunque todos estaban de acuerdo en la celebración, reviviscencia de los mitos clásicos, de una remota edad de oro. Se censuraba, además, a Garcilaso porque idealizaba demasiado dicha sociedad, negaba la existencia de sacrificios humanos, celebraba un imperio de bondad y sabiduría que, según decía, había extendido sus dominios sobre tanta parte de América no con la fuerza sino con la única arma de la persuasión y el ejemplo. Más tarde se le reprochó el haber condenado de propósito al olvido las civilizaciones que precedieron la de los Incas, para poder celebrar mejor la extraordinaria grandeza de la civilización incásica.
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No se wey
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