Medios masivos de comunicacion en argentina .
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La Prensa
Los medios gráficos nacionales comienzan a surgir ya con la Revolución de Mayo, y se desarrollan a partir de los avances tecnológicos impulsados por la revolución industrial a mediados del siglo XIX con auge en Inglaterra. En este sentido no está de más recordar que el desarrollo de los MMC va de la mano con los avances tecnológicos, y el surgimiento de cada uno de ellos es en definitiva el producto de la combinación de los nuevos descubrimientos de la época. Los diarios y el material impreso en general son hijos de la imprenta de Gutemberg (aunque tal vez él no reconocería el menor indicio de su invento en las imprentas modernas).
Ideológicamente la prensa argentina, al igual que la radio y la TV, ha adherido a la corriente política o artística de turno en Europa o Estados Unidos, reflejando al mismo tiempo las tendencias nacionales, tal como ocurre en la actualidad. A pesar de ciertos puntos de vista extremistas, el pluralismo y la oposición a la ideología oficialista han existido siempre, aún en períodos de gobiernos de facto (en la clandestinidad, desde luego). Sin embargo, la prensa alternativa ha tenido un público más bien minoritario y su existencia ha sido efímera. En el mundo occidental la principal fuente de ingresos de los medios es la publicidad. En el caso de los diarios el cálculo de rigor es que el ingreso de la venta al público sirve para cubrir los costos de producción (de impresión y distribución), mientras que los ingresos de la venta de espacios publicitarios constituye la utilidad de la empresa. La ecuación es sencilla: sin publicidad no hay diario. El éxito de la publicidad de una empresa está relacionado con la cantidad de lectores que verá el aviso publicado, y a la hora de elegir en qué medio publicitar las preferencias se inclinan por el medio de mayor venta. Ergo, la longevidad de los medios alternativos está subordinada a los bolsillos de los mecenas que los subvencionan dado que, pasado un breve período de impacto en la sociedad, históricamente el público vuelve a lo "viejo y conocido".
El mercado nacional de diarios se distribuye entre los medios impresos de Buenos Aires (55%) y los que se editan en el interior del país (45%). Asimismo, el lugar de edición determina el ámbito de circulación. A partir de distintos estudios realizados puede establecerse, en promedio, que los diarios del interior guardan una relación de lectores por ejemplar equivalente a una vez y media más que la que existe en Buenos Aires (ADIRA?Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina). Este defasaje en la distribución nacional, la mitad concentrada en Buenos Aires y la otra mitad dispersa en las provincias, es una constante que sirve para describir la disposición de la producción y el consumo de la mayoría de los bienes y servicios de este país.
Sin embargo, los diarios de la capital aún tienen una ventaja extra sobre sus pares del interior: sus lectores no se concentran sólo en su región de origen (Capital Federal y Gran Buenos Aires), sino que un importante porcentaje de lectores del interior optan por adquirir los diarios capitalinos, en desmedro de los locales o regionales. Esta conducta no se observa en los consumidores de diarios de Buenos Aires (es decir, los porteños y los bonaerenses no prefieren los diarios del interior en desmedro de los locales). La preferencia de un gran número de lectores del interior por los diarios capitalinos es una actitud que merece investigarse. Es lógico suponer que estos lectores valoran al contenido de la prensa capitalina como "de primera mano" y mejor calidad, confiriendo a los medios impresos del interior el rol de plagistas ("copy and paste" según la moderna terminología informática), pero esta presunción es errónea en la actualidad ya que, descontando corresponsalías especiales o colaboraciones pagadas, las fuentes de información son comunes a todos los medios. Aún más, los diarios capitalinos son en general más caros que los del interior, pero para los consumidores provincianos de diarios porteños este no es un factor disuasorio sino más bien todo lo contrario: agrega al producto un valor asociado a la popular creencia: mayor precio = mejor calidad.
Los medios gráficos nacionales comienzan a surgir ya con la Revolución de Mayo, y se desarrollan a partir de los avances tecnológicos impulsados por la revolución industrial a mediados del siglo XIX con auge en Inglaterra. En este sentido no está de más recordar que el desarrollo de los MMC va de la mano con los avances tecnológicos, y el surgimiento de cada uno de ellos es en definitiva el producto de la combinación de los nuevos descubrimientos de la época. Los diarios y el material impreso en general son hijos de la imprenta de Gutemberg (aunque tal vez él no reconocería el menor indicio de su invento en las imprentas modernas).
Ideológicamente la prensa argentina, al igual que la radio y la TV, ha adherido a la corriente política o artística de turno en Europa o Estados Unidos, reflejando al mismo tiempo las tendencias nacionales, tal como ocurre en la actualidad. A pesar de ciertos puntos de vista extremistas, el pluralismo y la oposición a la ideología oficialista han existido siempre, aún en períodos de gobiernos de facto (en la clandestinidad, desde luego). Sin embargo, la prensa alternativa ha tenido un público más bien minoritario y su existencia ha sido efímera. En el mundo occidental la principal fuente de ingresos de los medios es la publicidad. En el caso de los diarios el cálculo de rigor es que el ingreso de la venta al público sirve para cubrir los costos de producción (de impresión y distribución), mientras que los ingresos de la venta de espacios publicitarios constituye la utilidad de la empresa. La ecuación es sencilla: sin publicidad no hay diario. El éxito de la publicidad de una empresa está relacionado con la cantidad de lectores que verá el aviso publicado, y a la hora de elegir en qué medio publicitar las preferencias se inclinan por el medio de mayor venta. Ergo, la longevidad de los medios alternativos está subordinada a los bolsillos de los mecenas que los subvencionan dado que, pasado un breve período de impacto en la sociedad, históricamente el público vuelve a lo "viejo y conocido".
El mercado nacional de diarios se distribuye entre los medios impresos de Buenos Aires (55%) y los que se editan en el interior del país (45%). Asimismo, el lugar de edición determina el ámbito de circulación. A partir de distintos estudios realizados puede establecerse, en promedio, que los diarios del interior guardan una relación de lectores por ejemplar equivalente a una vez y media más que la que existe en Buenos Aires (ADIRA?Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina). Este defasaje en la distribución nacional, la mitad concentrada en Buenos Aires y la otra mitad dispersa en las provincias, es una constante que sirve para describir la disposición de la producción y el consumo de la mayoría de los bienes y servicios de este país.
Sin embargo, los diarios de la capital aún tienen una ventaja extra sobre sus pares del interior: sus lectores no se concentran sólo en su región de origen (Capital Federal y Gran Buenos Aires), sino que un importante porcentaje de lectores del interior optan por adquirir los diarios capitalinos, en desmedro de los locales o regionales. Esta conducta no se observa en los consumidores de diarios de Buenos Aires (es decir, los porteños y los bonaerenses no prefieren los diarios del interior en desmedro de los locales). La preferencia de un gran número de lectores del interior por los diarios capitalinos es una actitud que merece investigarse. Es lógico suponer que estos lectores valoran al contenido de la prensa capitalina como "de primera mano" y mejor calidad, confiriendo a los medios impresos del interior el rol de plagistas ("copy and paste" según la moderna terminología informática), pero esta presunción es errónea en la actualidad ya que, descontando corresponsalías especiales o colaboraciones pagadas, las fuentes de información son comunes a todos los medios. Aún más, los diarios capitalinos son en general más caros que los del interior, pero para los consumidores provincianos de diarios porteños este no es un factor disuasorio sino más bien todo lo contrario: agrega al producto un valor asociado a la popular creencia: mayor precio = mejor calidad.
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