Me pueden mandar una historia inventada larga tienen que entrar en un papelote de cual quier cosa y el acrostico de leer
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Mar,
Al cielo te canto. Viento que
Ruge. En alabanza os digo;
Invocad a lo más alto!
Así todos os oirán cantar.
Es un canto de protesta, es un canto de amor
Sobre las murallas de la frontera
Tras los escombros dejados al finalizar la batalla
Abre paso el corazón que galopa triunfante
Pero tu canto no será en vano. Tu canto
Ruge como trueno y alcanza el corazón indicado
Es promesa de lo alto. Es promesa del viento por tu proceder
Salta ya! Dulce Doncella que no caerás al abismo
Alza tu voz y tu espada que la hora ha de llegar pronto.
Respuesta:
Encerrados tras la nevadaIrene miró por la ventana. Había caído una nevada monumental. Irene se hizo ilusiones. Con tanta nieve se lo iba a pasar genial con sus amigos. Podrían hacer muñecos de nieve y hacer una guerra de bolas de nieve. Y podrían deslizarse cuesta abajo por la calle, porque seguro que los coches no podrían circular.
Irene vivía en un pequeño pueblo, en plena sierra. Era un lugar precioso para vivir.
-Mamá, me voy a la calle -dijo la niña.
-No puede ser, hija -dijo mamá.
-¿Por qué? -preguntó Irene-. Seguro que están todos fuera, jugando con la nieve.
-No hay nadie en la calle -dijo mamá-. Nadie puede salir, ni siquiera nosotras.
-¿Por qué? -preguntó la niña.
-Ha nevado tanto que las puertas están bloqueadas -dijo mamá-. Tendremos que esperar a que alguien quite la nieve.
-¿Y quién va a hacer eso, si nadie puede salir? -preguntó Irene.
-No te preocupes, que ya hemos avisado -dijo mamá-. Pero tendremos que esperar.
-¿Qué hacemos entonces? -preguntó Irene.
-Tendremos que esperar -dijo mamá-. ¿Jugamos a algo?
-No, me pongo con los videojuegos -dijo Irene.
-Pues ya puedes ir pensando qué hacer cuando te quedes sin batería -dijo mamá-. Tampoco hay electricidad ni conexión a Internet. Por la nevada.
-¿Qué hacemos entonces? -preguntó mamá.
-Tengo un montón de juegos de mesa -dijo mamá-. Vamos a sacarlos y eliges.
-Jo, mamá, ¡qué plasta! -dijo Irene.
-Pues no tenemos otra cosa que hacer, así que vamos -dijo mamá, sin perder el entusiasmo.
Encerrados tras la nevadaIrene descubrió que había un montón de juegos interesantes y pasó un día maravilloso con su madre.
Y cuando por fin volvió la luz Irene no quiso dejar de jugar.
-Mamá, ¿podríamos jugar otro día? -preguntó-. Podría invitar a mis amigos. Seguro que les encantan estos juegos.
-¡Por supuesto! -dijo mamá-. Cuando quieras.
Y desde entonces, cuando cae el sol, Irene invita a sus amigos a casa y juegan a un juego de mesa. ¡¿Quién habría dicho que eso era tan divertido?!
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