Me pueden mandar una biografía de cualquier personaje
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ANDRÉS BELLO: EL HUMANISTA QUE DEJÓ GRANDES APORTES
Andrés Bello es una de las figuras intelectuales más importantes de la historia latinoamericana, brillante polígrafo e incontestable héroe civil de los nacientes países del territorio. Descubramos aquí los entresijos de su biografía.
En los años finales del siglo XVIII, se produjo en Caracas una curiosa escena. El presbítero José Antonio Montenegro, vicerrector del Colegio de Santa Rosa, descubrió de repente al joven Andrés Bello enfrascado en la lectura de una tragedia del francés Racine.
Don José ignoraba que su estudiante supiese este nuevo idioma. Y lleno de un temor resignado, comentó: ¡Es una lástima, amigo mío, que usted haya aprendido el francés! El intercambio devela una parte del inevitable exilio espiritual al que estaría destinado el brillante Bello.
Quien aprende francés en América Latina, se pone en contacto con corrientes de rebelión, con sofisticaciones poéticas individualistas y con un ánimo incorregiblemente errante.
Otra escena, esta vez un tanto sobrenatural. El muchacho Andrés entra en la habitación de su madre y cree escuchar una voz potente que viene del crucifijo colgado en la pared, que le anuncia el honor y la gloria, pero a un alto costo: Pagarás todo esto con la muerte de los que engendres, que serán también espíritus nobles y dignos de alcanzar gloria. El ilustrado Bello no era una persona proclive a la superstición. Pero, según su sucesor en la rectoría de la Universidad de Chile, cada una de las muertes de sus nueve hijos iba acompañada con el mismo recuerdo estremecido sobre la profecía del crucifijo de Caracas.
¿Quién era este hombre sensible que parecía marcado por la Providencia para el exilio, la gloria y la pérdida desde su adolescencia? Andrés de Jesús María y José Bello López, nacido en la capital de Venezuela en 1781, parecía desde su temprana juventud la encarnación del rigor. De contextura frágil, temperamento melancólico y mente minuciosa, sobria y tenaz, fue visto como el ratón de biblioteca más asiduo del Convento de Las Mercedes. Allí conoció pronto no sólo el latín como idioma sino también todo el bagaje de la cultura clásica, además de la riqueza del Siglo de Oro español, el inglés y el francés. Tanto así que sería capaz, con tan sólo quince años, de traducir libros enteros de La Eneida.
Existe de hecho algo virgiliano en su figura, tanto en su enfoque introvertido de estudio y corrección como en su afición al enaltecimiento poético de la naturaleza americana. Esto último llegó de manos del naturalista aventurero Alexander von Humboldt, quien le permitió hacerle compañía en sus excursiones al por entonces salvaje cerro Ávila. Poder observar el paisaje criollo a través de los maravillados ojos extranjeros le dio la temprana capacidad de escribir una suerte de églogas adaptadas al universo venezolano, de corte neoclásico y meditado, de escasa espontaneidad pero de gran elegancia.
Pronto fue llamado por sus contemporáneos el Cisne de Anauco, vate campestre que añadiría a su pecho la insignia del académico al graduarse en la Real y Pontificia Universidad de Caracas. Pronto será solicitado para dar clases particulares a través de toda la clase alta caraqueña. Uno de los beneficiados fue el joven Simón Bolívar, personaje apenas dos años menor que su profesor y nombre al cual estaría ligada gran parte de su memoria.