Ciencias Sociales, pregunta formulada por kenyacuahutle, hace 7 meses

me pueden apoyar haciéndome una reflexión sobre la obesidad :') me dejaron mucha tarea​

Respuestas a la pregunta

Contestado por joatzirybaltazarcara
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Respuesta:

A modo de conclusión

Como recapitulación de las reflexiones ofrecidas hasta aquí, cabe comenzar reconociendo que en los debates expertos sobre la obesidad y el sobrepeso cada vez se demanda con mayor intensidad la inclusión de las perspectivas "social" y "cultural". El sentido de las aportaciones de corte socio-cultural pasan indudablemente por enriquecer, complejizar el estado actual de la cuestión, estableciendo un diálogo crítico con las perspectivas predominantes, abrumadoramente biomédicas y epidemiológicas.

Más allá de porcentajes e índices de prevalencia, un conocimiento socioculturalmente orientado, asentado sobre una perspectiva etnográficamente situada, ofrece la oportunidad de asomarnos a lo que supone la experiencia social de ser etiquetado como un niño obeso o con sobrepeso. Esta mirada "constructivista" al proceso de etiquetamiento (pueden verse los clásicos de Becker42, y Goffman43, puede mostrar con detalle, desde casos concretos, los contextos y marcos (familia, escuela, itinerarios terapéuticos, relaciones sociales) que conforman dicha experiencia, así como ayudar a entender los efectos no intencionales de las políticas y programas preventivos, como la medicalización del problema o la culpabilización de quienes lo sufren. Pero además, la perspectiva socio-cultural puede cumplir otro papel si cabe más interesante aun, al enmarcarse la obesidad y el sobrepeso como problemas de salud publica, ayuda a descentrar la búsqueda de explicaciones y soluciones fuera de los ámbitos estrictamente sanitarios y alimentarios, apuntando otras dimensiones y actores relacionados con formas particulares, locales, de trabajo cultural sobre el cuerpo, la subjetividad o la identidad44.

En este sentido, otro de los aportes del enfoque socio-cultural pasaría por apuntar potenciales formas colaborativas de construir conocimientos y buscar soluciones para el problema desde ámbitos colectivos (el ejemplo de Briggs y Manzini-Briggs45 es fantástico). Ahora bien, sería demasiado irrealista e ingenuo arrogarnos la posibilidad de ofrecer recetas milagrosas para cuestiones tan complejas, en todo caso la vía realista pasa más bien por señalar retos, proponer enfoques, apuntar posibilidades potenciales de alianzas y compromisos, que siempre dependerán de las condiciones locales. Entre ellas nos atrevemos aquí a sugerir algunas. En primera instancia hay una cuestión que tiene que ver con implicar a los padres y educadores en los programas de educación y prevención, pero a todos, no solo a aquellos que tiene una relación directa con el problema, quizá una de las vías para intentar eliminar cualquier tipo de estigmatización de aquellos que lo sufren. En segundo lugar hay un reto muy interesante en articular formas de intervención que desborden lo sanitario y se dirijan a rearticular culturas alimentarías locales (productos, formas de cocinar etc.), lo cual conlleva además actuar sobre la redes socio-económicas, con el reto de que las estructuras económicas, comerciales y sanitarias se hagan conscientes de su configuración asimétrica, casi siempre en pos de una industria alimentaría y de una organización de la vida social que hace difícil construir soluciones serias.

Por último seguramente también constituye un gran reto conseguir instancias participativas para los colectivos de ciudadanos y consumidores en la regulación de ciertos ámbitos industriales y comerciales relacionados con la alimentación, e incluso con la prevención de la obesidad o el sobrepeso, ya que en general las autoridades estatales han optado por permitir que la industria se autorregule y promueva sus propias formas de paliar un fenómeno que en buena parte produce ella misma, pero desde acciones que no están coordinadas en su conjunto y que además, a menudo tienen más de representación publica que de intervención real, algo que desde una buena coordinación y regulación en términos de salud pública sería mucho más efectivo y real.

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