me dicen un cuento policiaco
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La trompa de los elefantitos
Los elefantes bebés chupan su trompa tal como los bebés humanos chupan su dedo o un chupón (chupete) para tranquilizarse. ¡Que ternuras!
Explicación:
Respuesta:
"El caso del cartero desaparecido"
Explicación:
Hubo un tiempo que a Villa perdida de los Altos Montes no llegaba el correo. Entonces, los vecinos tenían que viajar muchos kilómetros para poder recoger sus cartas. Hasta que un día llegó un cartero.
Todo el mundo se puso muy contento con la llegada del cartero. Este trabaja muchas horas al día repartiendo el correo. Porque a Villa perdida de los Altos Montes llegaban muchísimas cartas.
Pero lo que al principio fue alegría, poco a poco se convirtió en exigencia.
-A ver si llega usted antes, que estas no son horas de repartir el correo -le decían unos.
-¿Se cree usted que no tengo yo otra cosa que esperar a que usted venga con las cartas del día? -decían otros.
Y así, uno tras otro, los vecinos le recibían con toda clase de reproches.
Hasta que un día el cartero no repartió las cartas. La gente estaba muy enfadada.
-¿Dónde se habrá metido?
-Seguro que se ha ido y nos ha dejado plantados.
-Y ¿qué hacemos ahora? ¿Dónde recogemos el correo?
Tras dos días sin cartas, al alcalde de Villa perdida de los Altos Montes se le ocurrió ir a buscar al cartero. Pero no sabía dónde vivía. Nadie lo sabía. Tampoco conocían su nombre ni tenían ningún dato que les ayudara a preguntar por él.
Finalmente, el alcalde le pidió a la policía local que buscara al cartero.
-Es vital que aparezca el cartero cuanto antes -exigió.
Los policías decidieron buscar el rastro del cartero. Descubrieron que llegaba en moto y trazaron su ruta. Después, siguieron la ruta de llegada al pueblo y llegaron hasta una casa solitaria a varios kilómetros del pueblo.
-Yo no conocía esta casa -dijo uno de los policías.
-Yo tampoco -dijo otro-. Deben de haberla traído hace poco, porque es prefabricada.
-Tal vez sea aquí donde vive el cartero -dijo otro policía.
Llamaron, pero no abrió nadie. Insistieron. Después de un rato alguien abrió la puerta.
-¿Es usted el cartero de Villaperdida de los Altos Montes? -preguntó un policía.
-Sí -dijo el cartero, con un hilo de voz-. Me has visto cientos de veces. ¿No me recuerdas?
-Lo siento -dijo el policía-. Ayer no llevó usted el correo y hoy tampoco. La gente está nerviosa.
-Estoy enfermo y se me ha estropeado el teléfono -dijo el cartero-. No he podido llamar, ni siquiera al médico. Y no me encuentro con fuerzas para moverme de aquí.
-No se preocupe, que nosotros nos ocupamos -dijo la policía.
El caso del cartero desaparecido. Esa misma tarde el médico de Villa perdida de los Altos Montes estaba visitando al cartero.
-A usted lo que le ha pasado es que está muy cansado. Tiene que descansar, comer bien y cuidarse -dictaminó el médico.
Cuando la gente del pueblo se enteró se preocupó muchísimo. Muchos fueron hasta allí a llevarle caldos caseros, fruta, verdura y todo lo que se les ocurrió que podría necesitar.
Y cuando se incorporó al trabajo la gente ya no le exigía ni le hablaba con desprecio. Al contrario: le daban los buenos días, le daban las gracias y se despedían llamándole por su nombre. Incluso algunas personas en paro y jubilados se ofrecieron a ayudarle.
El cartero ya no volvió a ponerse enfermo y todos en Villa perdida de los Altos Montes fueron mucho más felices.